miércoles, marzo 21, 2007

Política de precios, razones de un fracaso


Y si hay algo que muestra que “el rey está desnudo” es su fracaso con la política de precios. Aunque la pulmonía caerá sobre el sufrido país y no sobre el mismo ... Si no fuera descortés dirigirse al presidente en términos familiares, uno se sentiría tentado de decirle algo como “¡niño, deja ya de jugar con la pelota!”.

Tiene éxito Kirchner en hacerle pensar a la población que manejan la economía Moreno y Miceli cuando en realidad es el mismo presidente-ministro quién está a cargo. Cuando se observa en estos días el al secretario intentando que la merluza no supere los $ 10, mientras simultáneamente está en las pescaderías a $ 15, se constata la inutilidad de las llamadas a la madrugada del secretario, de las vejaciones a empresarios y funcionarios de empresas privadas y de las “visitas” impositivas. En los corrillos del medio empresario, ya es una capitis diminutio no haber tenido algún tipo de contacto con el secretario, y no poder lucirse entre colegas con algún detalle escatológico de las entrevistas mantenidas.

Con fines demagógicos y electoralistas, el presidente-ministro forzó mediante presiones indebidas convenios de precios. No funcionó. Aumentó la presión impidiendo o dificultando las exportaciones de los productos del agro. No funcionó. Aumentó retenciones y creó nuevos, arbitrarios e incomprensibles subsidios. No funcionó. Intervino en el mercado de Liniers, primero atacando los consignatarios y luego intentando que todo se vendiera por allí a precios arbitrarios. No funcionó. ¿Quién se acuerda ya de los intendentes convocados para controlar los precios locales? Tampoco funcionó.


Un sistema de precios distorsionados es injusto, e introduce distorsiones. El congelamiento de tarifas de servicios públicos no puede ser eterno. Esto hace inseguro al país y nada atractivo para las necesarias inversiones. Y como mínimo aumenta la rentabilidad requerida dado que es necesario acortar los plazos de recupero del capital en previsión de eventuales crisis, se produzcan estas o no. El propio responsable del gremio Luz y Fuerza acaba de reunirse con el presidente, previniéndole de la falta de inversiones en el sector energético necesaria para abastecer a la demanda, mientras le informaba que van por el 20 “y pico” por ciento de aumento de sueldos.

El “modelo argentino”

Resulta poco relevante intentar poner un nombre a ese conjunto de medidas que se insiste en llamar desde el gobierno, el “modelo argentino”. El correcto funcionamiento de cualquier sistema económico se basa en la confianza y en la posibilidad de prever lo previsible. Hasta ahora, los operadores económicos han confiado en el favorable “viento de cola” que viene de afuera, y prevén que se podrá por un tiempo mantener un tipo de cambio que les garantice una especie de convertibilidad de hecho en el orden de 3 a 1. Pero ninguna de ambas condiciones hacen al gobierno confiable y previsible a largo plazo, ni configuran un “modelo” digno de ese nombre.

Si el gobierno fuera estructuralmente solvente, acumularía las reservas que necesita sin necesidad de emitir deuda. Juan Carlos de Pablo explicaba en un artículo reciente (**) que “el superávit fiscal es de caja, está montado en un extraordinario aumento del gasto público y financiado con impuestos distorsivos”. Si el gobierno no cobrara impuestos distorsivos -en el zoológico fiscal- fácilmente entraría en déficit, con las consecuencias que en cadena derivarían de ese hecho.

El gobierno no es confiable

Para todos los operadores de la cadena agroalimentaria y exportadora el gobierno es no confiable, salvo para los que forman parte de los sectores libres de presión gubernamental que son acusados de quedarse con las diferencias entre los menores precios que reciben los productores y los precios al consumidor que no cesan de aumentar.

Si se clasificara a los agentes económicos en “prudentes”, “muy solventes y con capacidad de aguante”, “aprovechadores” , “pescadores especializados en aguas turbias”, “sufrientes damnificados”, “cobardes” y “traidores” se explicaría fácilmente la división de empresas, grupos económicos, y entidades gremiales empresarias frente a “Big Brother”.

La división empresaria, en la que todos terminan desconfiando de todos, es el caldo de cultivo ideal para que cada uno intente protegerse de acuerdo a su imaginación con aumentos preventivos, sobreprecios ocultos, operaciones en negro, cuotas extraordinarias, facturación de operaciones inexistentes o sobrevaluadas, etc. etc. Siempre fue así y siempre lo será, con Kirchner o sin Kirchner.

Los que pierden son la transparencia y los consumidores. A la larga, todos. Y lo que todos pueden prever y confiar, es que a cada nuevo episodio, el gobierno de Kirchner intentará redoblar la apuesta y apretar cada vez más en vez de relajar la presión.

INDEC, la frutilla del postre ...

A toda esta manipulación ineficaz, ineficiente y patoteril sobre los agentes económicos para controlar los precios, se le agrega la arbitraria y maleva intervención en el INDEC, que entre otros efectos elimina un parámetro de referencia esencial para medir la rentabilidad de cualquier inversión o emprendimiento. Un factor adicional que agrega desconfianza e incertidumbre, con el agravante que el propio gobierno pierde la valiosa referencia de los índices bien construidos. Es como si un navegante en el medio del mar, arrojara la única brújula de que dispone por la borda: suicida.

Todos los agentes económicos no pueden operar fluidamente con la permanente necesidad de especialistas que descifren la deformación de los índices para tomar decisiones de precios. Las grandes empresas los tienen, pero cuando los análisis se compliquen las decisiones de ajustes de precio comenzarán a incluir el “por las dudas” para cubrirse, con lo que se introducirán cada vez más deformaciones en un sistema cada vez mas proclive a salirse de control.

El INDEC medirá en adelante los precios acordados o congelados. Otro pequeño “premio” para el gobierno al reducir el ajuste de capital del 40 % de la deuda publica que ajusta por CER. De hecho, otro mini-default parcial de estos bonos: solapado, arbitrario, abusivo y no negociado. Hay quienes le restan importancia porque el impacto en las cuentas de este año no es enormemente significativo. Y para los “traders” no es dramático mientras el rendimiento de los bonos sea real en dólares y superior a otras alternativas de inversión, pero llorarán amargamente lo que hoy callan si las variables se mueven en un sentido desfavorable. Para inversores de fondos de inversión y eventuales jubilados con fondos de AFJP: pérdida seca, mientras se habla también sobre la posibilidad de fondear en parte el “Banco del Sur” con dinero de las AFJP ... La seguridad jurídica en todo esto, bien gracias.

Elevación de los salarios, mas nafta al fuego

La mezcla de menor inversión con alegres aumentos de salarios, que de hecho convalidarán entre un 15 y un 20 % de aumento del costo de vida, ejercerán a su vez presión adicional sobre los precios. Anticipándose, el presidente agrega otra deformación más: el aumento electoralista a favor del “pollo” Filmus de salarios a los docentes del 24 % mientras Moreno aprieta a los colegios privados para que no suban las cuotas. Resultado: aumento del gasto y explosión de huelgas y movilizaciones en medio país. Y atrás vienen las paritarias negociadas sin pisos ni techos, especialmente con los camioneros. Luego los metalúrgicos, los bancarios, etc. etc.

Nadie desea suicidarse, y los sindicalistas menos que nadie. Y así como la base de los políticos la constituyen los votantes, la de los sindicalistas está formada por los afiliados.
Y así como Kirchner cuenta 200/300.000 productores agropecuarios versus millones de votantes asalariados y privilegia a estos últimos, lo mismo debe hacer Moyano y sus “compañeros-dirigentes” para que sea “con los dirigentes a la cabeza” y no “con la cabeza de los dirigentes”.

Otras intervenciones arbitrarias y deformantes

El congelamiento de precios de combustibles ha expulsado del sistema económico a cientos de estaciones de servicio. Súmese la prohibición transitoria de exportaciones de trigo y harina para forzar el congelamiento del pan, con la correlativa disminución de retenciones que afectará por otro lado las necesidades de caja del propio gobierno y la atención de mercados duramente ganados, habiendo forzado además a los agricultores a malvender una parte sustancial de la cosecha de trigo, lo que habría transferido la rentabilidad de los productores a los exportadores ...

Aprietes a los ganaderos y consignatarios. Luego precios máximos en Liniers, y el mercado desplazándose a las ferias del interior y a ventas directas, saltando las barreras... y el peceto, la tapa de asado y el matambre subieron más del 20 %. Lo que no consiguió vencer ni Perón, no lo hizo Kirchner con Moreno. Conclusión: peleas entre productores, exportadores, distribuidores, y el mismo problema de precios sin resolver.

Se equivoca el gobierno si cree que con su intervención a las cadenas de Coto financiando pérdidas con dinero de bancos oficiales logrará introducirse en el sistema de comercialización para mejor conocerlo y controlarlo. Y además corre el riesgo que el Coto de Kirchner se transforma en lo que fue el Yoma de Menem con el Banco Nación. El mercado ganará la pulseada y luego se contarán las bajas: pérdidas de los bancos oficiales y el mismo problema de precios ...

Soluciones por favor ...

La solución sin embargo, no es fácil, ni gratis. Si el gobierno dejara flotar el peso para bajar la cotización del dólar y subiera las tasas, se encontraría de lleno con un problema de ingresos. En efecto: disminuirían las retenciones por derechos de exportación y la recaudación impositiva del sector por pérdida de rentabilidad.

Por supuesto que la normalización del INDEC sería indispensable. Y debería incluir la reconstrucción transparente de los índices de enero y febrero. El problema es que probablemente el gobierno no quiera recuperar su brújula.

La deformación de los hechos y la desinformación activa a la que estamos sometidos, plantea serias dudas ante lo que se presenta como un “triunfo” de Miceli, una funcionaria que defiende en estos días sin reírse la “inflación oficial” en el BID: "la inflación medida por el índice de precios al consumidor fue de 9,8 por ciento y los precios mayoristas aumentaron 7,1 por ciento, ambos inferiores a los de 2005". ¡Que fácil parece todo en los discursos! Solamente con el exorbitante aumento de recaudación del IVA del último año se explica la falsedad de la “inflación oficial”.

Para la funcionaria es fácil describir con gozo el manejo de la inflación por el gobierno, mediante “cuatro instrumentos: manejo prudente de la demanda agregada; amortiguación de los shocks de precios externos mediante políticas de comercio exterior; coordinación de expectativas de productores consumidores y trabajadores mediante acuerdos de precios y políticas de ingresos; y apoyo a la inversión privada.”

La Licenciada Miceli tiene razón al destacar “la contundente previsibilidad de la economía argentina”. Es contundentemente previsible que la tendencia al alza de los precios no se va a alterar, si como afirma en discursó xenófobo, no van “a ceder a las presiones de los países centrales” y van a seguir haciendo lo mismo. No alcanzarán los Morenos para perseguir almaceneros, fruteros, quinteros, carniceros, agricultores, transportistas, distribuidores, supermercadistas, etc. etc.

Hay quien afirma que el superávit fiscal evita al estado pedir plata a los bancos. La permanente emisión de Nobac y Lebac es endeudamiento y si bien permite aumentar las reservas, se lo hace comprando dólares a un tipo de cambio artificialmente alto. Puede hacerse por la necesidad de los grandes agentes económicos de invertir su liquidez en moneda local. ¿Quién ha calculado el costo total incurrido en el sobreprecio desde que comenzaron a hacerlo?.

La historia muestra que nada dura para siempre. En un contexto más difícil, no es imaginable que -llegado el caso- salga el banco central a vender dólares masiva y alegremente para que empresas y bancos pasen de una posición en pesos a otra de dólares. Lo previsible es que el gobierno dará prioridad a la defensa de su margen de maniobras, como ha pasado siempre.

Conclusiones

De un remolino se puede escapar cuando se está en sus bordes externos. La espiral inflacionaria funciona como un remolino. Cuando se deriva hacia el centro del mismo, la fuerza es irresistible y la salvación depende del aire que se disponga en los pulmones para aguantar la forzosa inmersión. Deberían recordar los políticos populistas que son las capas más desfavorecidas de la población quienes tienen menos “aire” en los pulmones. De esto se trata en las recurrentes crisis argentinas.

En definitiva, la falta de libertad por la que no luchamos terminará siendo más cara para todos : estado, empresas y particulares. Si el gobierno no reacciona gobernándose por la razón, luego será tarde. Pero cuando estemos ocupados intentando salir de nuevas crisis, Kirchner, Moreno y Miceli estarán lejos ...

La situación no parece dramática en el corto plazo. Pero las deformaciones que se introducen estructuralmente en la economía como subsidios, aumentos de salarios no ligados a la productividad, obra pública, jubilaciones anticipadas, y las múltiples deformaciones en el sistema de precios, muestran un presidente aparentemente fuerte, pero en realidad débil, que cede a la presión de sus propios “socios”. Esto, en un país en el que cada uno se quiere “salvar” sin importarle del conjunto, se paga con inflación.

El mercado no es una “mano negra” que responde a obscuros intereses: es simplemente el lugar en el que la demanda real es la que convalida el nivel de precios, con mayor autoridad que cualquier gobierno. Nadie puede vender a un precio excesivo si no hay quién lo pague. Y para que los precios bajen hace falta mayor oferta. Esta depende de la inversión faltante, que no existirá mientras no haya confianza y previsibilidad.

Con el fracaso de su política de precios, el rey Kirchner esta mostrando su desnudez. Que no se sorprenda si en algún barquinazo provocado por alguna causa no previsible, se le va de las manos el volante. Muchos temen que llegue ese momento, en que las realidades conducentes lo obligarían a tomar el aceite de ricino. Algunos esperan una nueva crisis con caja abundante para hacer nuevos negocios. Casi todos callan y aguantan pensando que no hacer olas es el mal menor.

Un país así, quizás merezca los gobernantes que tiene. Tal vez fuese mejor gritar “¡el presidente está desnudo...!”, y hacerlo ver la realidad de una vez por todas.

(*) Miembro del Consejo Consultivo de Atlas 1853 –
pablolopezherrera@yahoo.com.ar - www.pablolopezherrera.blogspot.com

(**) Revista Fortuna 27-1-2007, Pág. 24