La tentación de las
soluciones mágicas
Reforma del sistema monetario mundial:
¿Utopía o falso debate?
Por Pablo López Herrera
"El
sabio sabe que ignora." Confucio
¿Una propuesta oportuna?
El 24 de octubre de 2011 la Pontificia Comisión
"Justitia et Pax", publica la Nota: "Por una reforma del sistema
financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública
con competencia universal" y brinda
una conferencia de prensa para la presentación de la Nota.[i] La Comisión no es
muy antigua. Fue instituida en 1967 por el Papa Pablo VI y tuvo su mandato
definitivo en diciembre de 1976.[ii]
El documento de Justicia y Paz ha resultado muy oportuno
para obligar al laicado a interrogarse sobre los problemas de la integración
económica global y a formarse en la Doctrina Social de la Iglesia. En cuanto a
la reforma, vivimos una época en Europa, en la que el intento de unificación a
una escala menor está siendo puesto a dura prueba, y los resultados obtenidos
muestran las dificultades que plantean las asimetrías de las conductas
arraigadas en países de muy diferentes perfiles competitivos, costos de
producción y conductas públicas. Pero también los enormes desafíos que se
presentan al intentar cierta homogeneidad en la aplicación de políticas, aún
cuando éstas hayan sido aceptadas cuando se conformó la integración monetaria[iii].
Las reflexiones que siguen están basadas en certezas
acumuladas en un cuarto de siglo de actividad en el mundo de las finanzas y de
casi medio siglo de seguimiento general de la economía mundial de quien escribe.
Responden a un espíritu ordenado a la búsqueda de la verdad. Y no deberían
contener razonamientos contestatarios respecto de las jerarquías eclesiásticas,
sino más bien a los aspectos opinables, en pleno acatamiento externo e interno
a la Doctrina Católica y a las verdades de la fe.
El problema es que la libertad supone elección, y la
elección supone discernimiento, para laicos y consagrados. Y en materias
opinables, como la del mejor sistema monetario posible, el pensamiento utópico
también podría vestirse con sotana. [iv]
Algunos problemas que convendría considerar para
profundizar el análisis:
·
¿Existen soluciones integrales para resolver
problemas económicos de alta complejidad?
·
¿Qué función podría desempeñar eficazmente un
sistema financiero global?
·
¿Por qué parece darse menos importancia en
medios religiosos al factor moral en el proceso de creación o destrucción de
riqueza que a las técnicas de ingeniería social?
·
¿Cuál es el verdadero papel del estado en la
creación y en la distribución de la riqueza?
·
¿Está el ambiente político como para cometer
grandes imprudencias?
·
¿Tienen las finanzas características peculiares
que las hacen diferentes respecto de otras actividades económicas?
·
¿Tendría sentido buscar formas de evaluación de
los criterios morales para tomar mejores decisiones económicas?
¿Existen soluciones integrales para resolver problemas
económicos de alta complejidad?
Los problemas complejos rara vez se solucionan a partir de
propuestas simples. La complejidad no es atractiva, y el maniqueísmo es una
tentación de todos los tiempos. Casi siempre es más agradable elegir el lado de
los justos y los buenos (las víctimas), antes que a los arbitrarios los malos
(los victimarios). Los primeros hoy focalizan sus ideas y energías en defender
la distribución estatal de los recursos y de la riqueza, en luchar contra la
desnutrición con programas del tipo “hambre cero”, contra la pobreza con
proyectos como “pobreza cero”, por la sustentabilidad alimentaria y laboral,
por la eliminación de las enfermedades “evitables”, por la protección
ambiental, y por la continua ampliación de los derechos humanos, políticos y
sociales.
Frente a ellos, se alinean los victimarios, egoístas, acumuladores del poder sin fin y
sin medida, acaparadores de los recursos y de la riqueza concentrada,
insensibles a las necesidades básicas insatisfechas y a la propagación del
hambre y de las epidemias, destructores del empleo a través de su reemplazo por
la tecnología, activos agentes tóxicos del medio ambiente, y activos luchadores
para la restricción de los derechos humanos, políticos y sociales.
A una persona o grupo que se ubique en el lugar de los
“débiles” se le hace relativamente fácil y poco exigente hacer planteos que
generen adhesiones y loas públicas, aunque le sea imposible demostrar cómo se
va a realizar lo que se promete. Es demagógico
afirmar a priori que los costos deben ser asumidos por los “fuertes”,
dando por sentado que los deben y pueden asumir por ser fuertes y por ser los
“responsables” de los males del mundo, sin analizar en profundidad y
técnicamente como será posible hacerlo. Es demagógico afirmar que a los
“débiles”, su debilidad los exime de pagar las consecuencias de su irracionalidad y de sus libres
elecciones, sin separar las verdaderas víctimas de los responsables corruptos y
“podridos” y sin separar las necesidades de base de lo que es accesorio.
Con respecto al desarrollo
de un mercado financiero libre y ético una tentación en la que se puede
caer fácilmente es demonizar en seguida
al mercado como si fuera un sujeto consciente y el resto del mundo estuviera
formado y gobernado por ángeles, o –desde el punto de vista de “los mercados-
abogar por un frío eficientismo y despreciar el factor moral como si este fuera
una variable a no tener en cuenta. Las soluciones mágicas pueden surgir
fácilmente de un lado y del otro.
A los humildes, la historia les puede enseñar, siempre que
quieran aprender.
¿Qué función podría desempeñar eficazmente un sistema
financiero global?
Los gobiernos “casi” globales y los sistemas monetarios no
son invenciones modernas. El Imperio
Romano, provocó y disfrutó de las delicias de la inflación con sucesivas
monedas que reemplazaban a las anteriores por otras de menor título, hasta que
terminaron ambos: gobierno global y sistema monetario.
Cabe preguntarse si al focalizar la atención en un aspecto
tan instrumental se está contribuyendo a una solución efectiva, o se está
desviando involuntariamente la atención acerca de por lo menos nueve verdaderas
plagas que arrasan a la humanidad, que contribuyen hoy al alejamiento en masa
de la verdad y de la sensatez –también en el tema que estamos tratando- y que
afectan simultáneamente y de lleno en la vida de la sociedad global como son la
secularización, el relativismo, el laicismo, el racionalismo, las hegemonías
culturales, el positivismo, la desnaturalización del lenguaje, la pérdida de
convicciones comunes universales de sentido común y la sentimentalización de la
sociedad. Para un mundo en el que estas
plagas forman parte de su cultura corriente, es difícil el tratamiento objetivo
de los grandes temas instrumentales.
Finalmente, las claras disposiciones propuestas en la Nota y
en su presentación, no entran en el bagaje de conocimientos de la gran mayoría
de los propios católicos, que usualmente no las analizan ni desmenuzan en lo
que puedan tener de opinables. Si se
toman como argumentos de “autoridad” las recomendaciones, ¿no podrían producir
–seguramente de modo involuntario-
efectos similares a los de un clericalismo del que al mismo tiempo
tratamos de desprendernos?. [v]
Arnold Kling describe en
“Las implicaciones políticas de ignorar nuestra propia ignorancia” dos
defectos humanos que afectan a las políticas públicas: la arrogancia cognitiva,
por la que cada uno cree que su mapa del mundo es más preciso que lo que
realmente es, y la ignorancia radical, que nos es impuesta por la misma
realidad de los fenómenos sociales complejos, para la disponemos de mapas muy
imprecisos.[vi]
“El mito más grande es que la
regulación es un problema unidimensional, en el que la elección es
"más" o "menos". A partir de este mito, la única conclusión
razonable a la crisis financiera es que tenemos que pasar el dial de "menos
"a" más”. La realidad es que la regulación financiera es un problema
complejo. De hecho, muchas políticas de regulación fueron los principales
contribuyentes a la crisis. Continuar el camino sin examinar o cuestionar
las políticas del pasado, particularmente en las áreas de vivienda yde la
regulación del capital bancario, impide
aprender las lecciones de la historia.”[vii]
Entender la naturaleza de los fenómenos monetarios resulta
esencial para juzgar lo bueno y conveniente.
[viii]
Vivimos en una época de la complejidad y de cambio acelerado. Vivimos en un mundo
convulsionado donde reina la confusión. Las propuestas para resolver problemas
tan específicos y complejos al mismo tiempo deberían estar inspiradas por la
prudencia, para no agregar aún más confusión.
En la distribución de los bienes, los estados no son
neutrales: ¿Por qué se les reclama a las agencias de calificación más
eficiencia y transparencia en la medición del riesgo que asumen los bancos, y
menos severidad para juzgar a la deuda soberana o al riesgo de los países? ¿Por
qué en tiempos de bonanza se usa alegremente a los bancos para financiar los
estados y en tiempos de rigor estos se convierten en usureros sin piedad? ¿Por
qué se quiere aprovechar el sistema de mercado y de precios libres solo cuando
nos conviene, y se decide por las regulaciones y precios “sugeridos” en otro
momento? ¿Cambian las leyes de la economía según el momento del ciclo en que
nos encontramos, o según la conveniencia de los gobernantes?
Los conceptos
universales que fueron claros durante mucho tiempo ahora ya no lo son más. Hoy hasta el lenguaje
significa cosas diferentes aún para
personas que viven bajo el mismo techo y en la misma familia. Cuando hablamos de las normas básicas y
eternas de comportamiento del hombre, de su naturaleza –y de la realidad misma-
ya no estamos de acuerdo en que sean objetivamente las mismas y cada uno pretende
tener razón a igual título que los demás.
A los comunes mortales hoy nos cuesta mantener la coherencia
personal de nuestras convicciones y
nuestras vidas concretas, lo que es necesario para el imprescindible mantenimiento de una fe
firme e inconmovible en las verdades
eternas e inmutables, últimas y trascendentes. Debemos cuidar que esa
coherencia también incluya los conocimientos técnicos científicos -bien
fundados- en todo aquello que es materia de opinión. En las materias opinables,
también existe la verdad y el error, y no todas las opiniones valen lo mismo…
¿Por qué parece darse menos importancia en medios
religiosos al factor moral en el proceso de creación o destrucción de riqueza
que a las técnicas de ingeniería social?
Nos preguntamos si es posible juzgar con suficiente “autoridad”
en algunos de los problemas de alta complejidad técnica y “sujetos a opinión”, sin
abordar a fondo el “factor moral”, y
transmitir la imagen de que con cierta facilidad sería posible resolver los
problemas.
Nos preguntamos si no se puede correr el riesgo de caer en
terrenos pantanosos, por la superficialidad y simplificación al abordar estos
temas, y agregar finalmente problemas adicionales a las dificultades técnicas
originadas en la propia naturaleza de las cuestiones a las que se debe agregar
la velocidad de los cambios y la complejidad de la historia contemporánea.
Nos preguntamos si
los consejos y orientaciones en una materia tan opinable como la reforma
del sistema financiero o de la conformación de una autoridad mundial no son
secundarios respecto a las normas éticas básicas que no cumplen los gobiernos y políticos que
a diario compran alegremente voluntades y votos con el dinero que piden
prestado por miles de millones de euros o de dólares en ese mercado financiero
que vilipendian a la hora de pagar la factura. [ix]
En efecto. Una cosa es la justicia y la ética, y otra la codicia
por los bienes ajenos. ¿No sería una buena y exigente contribución la de dar
prioridad a difundir hasta el hartazgo la importancia del cumplimiento de los
mandamientos que más tienen que ver con la actividad económica como “No robarás” y “No codiciarás los bienes ajenos”, y predicar
todas las repercusiones positivas que su cumplimiento acarrearía a los
responsables de gobiernos locales, regionales, nacionales e internacionales?
En un artículo reciente sobre el libro de Jörg Guido Hülsmann, “La ética de la producción de la moneda”[x], se analizan problemas éticos los sistemas monetarios, y explica claramente que “la situación monetaria actual no solo es prodigiosamente ineficaz, sino que, más grave todavía, es profundamente inmoral”. Y que cuando se le da “más poder de compra a tal categoría de personas” y esa “mejoría del poder adquisitivo solo se puede hacer en detrimento de otra categoría, en buen francés eso se llama robo” [xi]
¿Creemos realmente en la libertad y en la subsidiariedad?
Es necesario confiar más en la libertad que en la coacción.
¿Por qué vamos a confiar en las obras de caridad –obligatorias moralmente- al espíritu del don voluntario y de la
colaboración a partir de la iniciativa personal y del ejemplo, y en otros temas
tan opinables nos tentamos con la utopía de una “auctoritas”[xii]
muy difícil de encontrar en la práctica y en normas regulatorias y coercitivas
cuya eficacia supuesta no estamos en condiciones –no ya de probar- sino
simplemente de estudiar por no estar en el terreno de nuestra especialidad y
experiencia? Para muchos, tal vez la conclusión más importante consista en
aceptar la propuesta de Confucio, que sugiere
"antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, dar tres vueltas
por la propia casa", y trabajar allí.
En momentos de crisis económica, tal vez debiéramos
comportarnos como pequeños barcos de una flotilla en la tormenta y navegar
separados unos de otros, para navegar con mayor soltura y más seguros de no
colisionar. Quizás un comandante sabio que dirigiera nuestra flota humana,
reforzaría los principios básicos de la navegación en mares difíciles, y
dejaría en libertad al capitán de cada barco
para adaptar su maniobra a las circunstancias particulares que en
distintos lugares del mar son diferentes y pueden cambiar a gran velocidad,
haciendo difícil –si no imposible- la conducción centralizada de la flota, que
esperará tiempos de calma para reunirse otra vez.
En este contexto, la creación de una autoridad económica
mundial y la creación de un sistema monetario global, parecerían contribuir a
convertir en planetario un problema que se presenta y se debería resolver a
escala local.
La subsidiariedad es buena entre otras cosas, para evitar
que las crisis locales se conviertan en universales, con los mismos principios
y por las mismas razones por las que también la subsidiariedad es buena para la
creación y la distribución de la riqueza.[xiii]
Y una vez más, el factor moral: decía recientemente
Benedicto XVI, que “la crisis puede y debe ser un acicate para reflexionar
sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética, antes que
sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solo para intentar
encauzar las partes individuales o las economías nacionales, sino para dar
nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y
desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad.”[xiv]
¿Cuál es el verdadero papel del estado en la creación
y en la distribución de la riqueza?
El estado favorece la creación o la destrucción de la
riqueza. La historia muestra que es más fácil, armónica y sostenible la
actividad económica y la creación de riqueza cuando las actividades se dan
entre personas, empresas y países que tienen en su comportamiento comercial una
tradición en la práctica de las virtudes, cuando se respeta un marco legal,
cuando se procura la integración del comercio en la sociedad global, cuando los
países desarrollan capacidades para
operar sistemas económicos complejos, cuando se da una fuerte participación en
la actividad de los agentes económicos privados, cuando la menor distribución
de riqueza se efectúa por parte de los estados y la mayor entre los mismos
particulares, cuando hay un ambiente de concordia y paz interior, cuando se
provoca la atracción de inversiones,
cuando hay mayor responsabilidad de los empresarios, cuando la
conducción social proviene de un poder moderado y en un ambiente desregulado.
Cuatro características -que van mucho más allá del sistema
monetario y que aumentan el campo de reflexión y de acción- incentivan la
riqueza de los países: la libertad económica, la transparencia, la vigencia de
democracias dignas de ese nombre y la prensa libre.
Libertad económica
El Índice de Libertad Económica es un
informe anual publicado por The Wall Street Journal y la Heritage Foundation[xv] . El
índice de libertad económica está basado en las calificaciones de 10 factores
específicos: libertad comercial, libertad de comercio, libertad fiscal, tamaño
del sector estatal, libertad monetaria, libertad de inversión, libertad
financiera, derechos de propiedad, libertad frente a la corrupción y libertad
laboral. Abarca 183 países.
Algunas conclusiones muestran que los países más ricos son,
en promedio, más libres. Así, Hong Kong,
Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, los Países Bajos,
Irlanda muestran una correlación entre
la medida convencional de bienestar económico y el Índice de Libertad
Económica. La relación entre libertad económica y la igualdad de ingresos también
es interesante: los países más libres son más iguales en promedio. Muchos de
los países con mayores niveles de libertad económica se encuentran también
entre los que tienen niveles más altos de la igualdad económica, como Suecia,
Dinamarca, Japón y Finlandia.
Los países donde hay desigualdad como Bolivia, Brasil,
Ecuador y Argentina, tienen bajos
niveles relativos de libertad económica, aunque también hay que señalar que los
Estados Unidos, el Reino Unido y Singapur, que tienen también altos niveles de
libertad económica, junto con niveles relativamente altos de desigualdad,
aunque es diferente lo que define la pobreza en cada país.
Transparencia
Transparencia Internacional (TI) también realiza un Índice
de Percepción de la Corrupción (IPC)[xvi] y clasifica los
países de acuerdo a la percepción de la corrupción en el sector
público que también es una fuente de ideas prácticas para promover una
actividad económica con pautas morales, con focalización en los problemas
particulares de cada región.
Verdadera democracia
The Economist realiza un estudio exhaustivo de la democracia
en el mundo, [xvii] cuyos resultados permiten
la evaluación de los países, que se
clasifican de acuerdo a variables como los procesos electorales, el pluralismo,
el funcionamiento de los gobiernos, la
participación política, la cultura política, la realización de elecciones
libres y “leales” con votantes libres y seguros sea cual fuere su elección, la
independencia o sujeción de los gobiernos a poderes externos y capacidad de
implementar las políticas, en democracias plenas, democracias
defectuosas, regímenes híbridos o regímenes autoritarios .
Las democracias plenas, las democracias defectuosas y los regímenes híbridos se
consideran democracias. Las naciones autoritarias se consideran dictaduras. Las
calificaciones toman en consideración las libertades civiles, la realización de
las elecciones, la libertad de los medios de comunicación, la participación, la
opinión pública, el funcionamiento del gobierno, la corrupción y la estabilidad.
El Indice 2011 señana como democracias plenas
fundamentalmente a las radicadas en Europa Occidental y Norteamérica: Noruega,
Islandia, Dinamarca, Suecia, Nueva Zelanda, Australia, Suiza, Canadá, Finlandia
y Holanda. En el otro extremo, los regímenes autoritarios se ubican
fundamentalmente en el África Subsahariana, Oriente Medio y África del Norte: Siria, Irán, República Centroafricana, Arabia
Saudita, Guinea Ecuatorial, Myanmar ( Birmania ),
Uzbekistán,
Turkmenistán,
Chad, Corea del
Norte.
Libertad de prensa
Finalmente, el Índice de Libertad de Prensa es una
clasificación anual de países compilada y publicada por Reporteros sin Fronteras[xviii].Los
países que se destacan en las mejores posiciones son Finlandia
, Islandia,
Países Bajos,
Noruega,
Suecia,
Suiza,
Austria,
Nueva Zelanda,
Estonia
e Irlanda. Y los que van más a la zaga son Laos,
Ruanda, Yemen, República
Popular de China (continental solamente)
Sudán Siria, Irán, Turkmenistán,
Corea del Norte y Eritrea.
En un análisis combinado de estos sistemas de medición es
fácil corroborar que hay modelos culturales y comportamientos colectivos que
naturalmente generan climas de creación y distribución de riqueza y otros que
no. Y resulta difícil imaginar que un gobierno mundial y un sistema monetario
unificado podrían transformar esas culturas.
Desde un punto de vista eclesial, parece más importante
poner el acento en obedecer las indicaciones del Papa Benedicto XVI, quién
recordaba hace poco que especialmente en el mundo de la economía y del trabajo,
es necesario llevar el amor y la solidaridad a los demás a través "de una
relación intensa con Dios, una escucha constante de su Palabra, una existencia
nutrida de la Eucaristía". "No olvidéis la importancia de hacer
crecer esta dimensión espiritual en vuestro compromiso de respuesta a los
diarios desafíos y urgencias sociales, para continuar trabajando en la lógica
de la economía de la gratuidad, para promover un consumo responsable y
sobrio".
Inversamente, es fácil encontrar sociedades cuyos estados y
gobiernos contribuyen eficazmente a la
destrucción de la riqueza. En ellas es fácil observar la existencia de
prácticas comerciales corruptas, visiones estrechas y localistas, desconfianza
hacia los agentes económicos, prácticas generalizadas de distribucionismo,
estados (nacionales, regionales y municipales) sobredimensionados, búsquedas
sistemáticas y generalizadas de chivos expiatorios ante la menor existencia de
problemas de difícil solución, ambientes hostiles tendientes a la expulsión de
capitales –fundamentalmente las
inversiones directas-, abuso y discrecionalidad de los poderes políticos, poca
diversificación de la actividad productiva y comercial ... y desprecio por el valor de la propia
moneda. En este último aspecto, resulta
ejemplificador constatar que desde 1968 hasta 1982, El Dow Jones fue aniquilado
en un 70 % por la inflación. [xix] La instauración
del comunismo y del nazismo fue acompañada en un caso por la destrucción
consciente del aparato de producción, y en el otro por la introducción de todas
las deformaciones posibles del sistema económico.
La función de los estados y gobiernos debería ser más
facilitar la generación de marcos legales y políticos que faciliten y estimulen
la creación de riqueza , que concentrarse en una “redistribución” que se
atribuyen como función propia y a la que se dan con el corazón alegre e
irresponsable. La función de “redistribución” como apropiación de la renta, es
un hecho que la sociedad no debería aceptar y tolerar ligeramente, y mucho
menos cuando se acompaña de corrupción y arbitrariedad en la utilización de los
recursos.
La función del estado debe apuntar primero y principalmente
a favorecer la creación de riqueza. Y para que los países puedan crear riqueza,
es más importante la moral que los sistemas.
El criterio por el cual los estados pueden gastar e invertir
hasta donde llega su capacidad de endeudamiento con el solo límite de la
capacidad de absorción de deuda de los mercados ha eliminado el sano criterio
de búsqueda del equilibrio económico, que se ha sustituido por la obsesión por
el crecimiento a cualquier costo y como único camino.
Si de algún modo u otro, no hay absorción monetaria real, la
progresión exponencial de la creación de moneda no puede ser acompañada por la
expansión a ritmo similar de una genuina expansión de la creación e intercambio
de bienes y servicios, terminando el desequilibrio en una colisión mayor.
La moderna invención de la macroeconomía separada de la
microeconomía -por medirse ambas con sistemas de reglas y principios contables
independientes- favorece la falsa
división entre lo público como un área “noble” sujeta a las leyes del altruismo
y la “justicia social” y lo privado como el reino de la codicia, del
individualismo, y como el lugar donde reina la avidez por la riqueza y el poder
del dinero. Como si los gobiernos no hicieran uso y abuso del poder del dinero,
más el poder de creación monetaria y como si los burócratas fueran espíritus angelicales
y desinteresados.
Después de todo, la “economía”, al modo de “las verdades en
si” de Platón, no existe. No tiene existencia real (“en sí”). Lo que sí existe
por el contrario es la acción humana fundamentalmente
económica o con efectos y aspectos económicos. Existe también la participación del hombre en
la creación de riqueza, como empresario o trabajador. Esta acción humana
“económica” también está agitada por corrientes desenfrenadas que la atraviesan
en todos los sentidos.
La actividad financiera, no es ni demonio ni salvador
¿debemos demonizarla de algún modo y generar un chivo expiatorio?
Para terminar, cabría mencionar a título de ejemplo otros
problemas económicos que dificultarían la idea de organismos supranacionales de
gobierno:
·
La medición de la riqueza de las empresas a
través de la valuación bursátil no es correcta, y menos en momentos de alta
volatilidad de acciones y de bonos. Las empresas valen lo que se paga por ellas
en el momento de su venta.
·
A veces la riqueza aparente no es utilizable. Ganancias
contables no significa ganancias disponibles.
·
Las teorías de crecimiento, valga la
redundancia, solo sirven cuando hay crecimiento, teniendo en cuenta la
inexistencia –en términos significativos- de países que se preparen en momentos
de expansión para los momentos de recesión.
·
La financiación de gastos corrientes por los
estados parece haber mostrado ya los límites de un endeudamiento crónico y
sistemático. Lo mismo sucede con la renovación automática de créditos vencidos,
que ha reemplazado a la cancelación genuina de deuda.
·
La contabilidad creativa y el ocultamiento de la
exposición de riesgos, son factores que hacen difícil la comparación de las
diferentes economías y los acuerdos políticos necesarios para una cooperación
fructífera y realmente justa.
·
La proliferación de derechos humanos que
requieren aportes de capital muy significativos respecto del producto de los
países, sin tener en cuenta las obligaciones que corresponden a los titulares
de esos derechos, y sin tener muy claro a quienes corresponden las obligaciones
que son su contrapartida (en el tiempo y en el espacio), pueden generan
expectativas difíciles de cumplir y mayor división y odio por no llegar a ser
satisfechas.
Decía Vaclav Havel que “el enemigo no es un demonio
maloliente ni el sistema
todopoderoso, sino nuestra servidumbre voluntaria, esa afición tan común a
cerrar los ojos y dormir tranquilos, suceda lo que suceda.”[xx]
¿Está el ambiente político como para cometer grandes
imprudencias?
La situación política en todo el mundo dificulta cada vez
más el logro de amplios consensos populares…
Como un fenómeno particular –de consecuencias imprevisibles-
a tener en cuenta por su profundidad y capacidad de movilización también
global, estamos asistiendo a desequilibrios provocados en la utilización
política de la indignación contra “enemigos sistemáticos”[xxi].
En Grecia, en España, en Norte América, en los países del
Norte de África, surgen movimientos de “indignados” por diversas causas que se
constituyen en “comunas” de base, en mecanismos de “democracia directa” cuyas
demandas son imposibles de satisfacer en el marco de la política republicana
clásica.
El elemento común de los indignados, lo constituye el
“sujeto humano” encolerizado por cualquier razón, presentado como si
respondiera y estuviera integrado a una corriente mundial, aunque los factores desencadenantes
sean diferentes y desconectados:
gobiernos dictatoriales o arbitrarios, fuerzas políticas adversarias
entre sí, grupos dominantes, el poder financiero, el propio “sistema político”
incapaz de plantear soluciones, sectores o grupos religiosos elegidos a gusto
del indignado de turno, la energía nuclear, la desigualdad social…
Y aunque los “indignados del mundo unidos” solo tengan en
común la “indignación”, ese carácter genera la idea de una corriente mundial,
como la “búsqueda de una experiencia colectiva” de solidaridad.[xxii]
El gran problema político aquí, es que se está logrando que
la mezcla de problemas, luchas y conflictos -en general tan diferentes y
desconectados entre sí- llegan a generar a través del sistema mundial de
comunicación, la imagen de un movimiento universal virtual de masas, una
“protesta unificada en la diversidad” contra el orden constituido, que
encuentra su expresión en un sujeto universal que protesta.
Es significativa la designación del “protester” como la
persona del año por el seminario TIME,[xxiii] ignorando las verdaderas
fuerzas que se mueven por debajo de la superficie[xxiv] , como se
ignoraron en su momento las fuerzas que se movían cuando se derrocó al Sha de
Iran, que finalmente tomaron el poder sin producir la esperada y ansiada
democracia… ¿Por qué ahora debería de ser diferente?
En el artículo que
escriben para Le Monde Geneviève Azam, Etienne Balibar, Thomas Coutrot,
Dominique Méda e Yves Sintomer, “Contra el discurso dominante sobre la deuda
pública” encontramos un ejemplo de intento de fabricar y de orientar la
indignación en el sentido expuesto: “Los ciudadanos no quieren más ser los
"juguetes en manos de los bancos y de los políticos", como dicen los
españoles “indignados". Quieren poder pesar sobre su futuro, hacer planes para sus hijos, detener la degradación social y ecológica que los
indigna. Frente a la sordera de las élites, es necesaria una insurrección
democrática tanto en Europa como en otros lugares como los Estados Unidos, el
mundo árabe, Rusia... Se trata de reinventar la democracia en el ámbito
político, a través del uso intenso de los mecanismos de democracia directa
(iniciativas ciudadanas, referéndums revocatorios...) y de la democracia deliberativa (conferencias
cívicas, segunda Sala elegida aleatoriamente...). Se trata también de ampliar el campo económico, empezando por el
sistema bancario, cuyo inminente rescate con los fondos públicos debe ser la oportunidad para colocarlo bajo el control no de Bercy o Bruselas,
sino de la sociedad civil. El horizonte parece bloqueado por causa de sus
deudas: liberémoslo reinventando nuestra democracia.”[xxv]
Otro ejemplo de
politización de una necesidad genuina que sirve actualmente como argumento para
una iglesia ideologizada, son los movimientos de los “sin tierra”. Estos, por
definición, entrarían de lleno como los destinatarios primarios de políticas
inspiradas en “la opción preferencial por los pobres”.
Pues bien, una “nueva” teología de la liberación se está
propagando y ejerciendo su nociva y pérfida influencia, particularmente en
América Latina, donde tantos estragos provoco la versión anterior. Los destinatarios
de la ayuda son utilizados como fuerza de choque política y como canal de
transmisión de un renovado marxismo-catolicismo. Víctor Pavón se refiere
al caso paraguayo, donde “con premeditación y malsana alevosía
delincuencial, los carperos y sus promotores desde el gobierno transgreden no
solo la moral judeo cristiana inserta en los Diez Mandamientos, sino también lo
que dice nuestro mismo sistema jurídico: no robarás.” [xxvi]
Estamos en un momento histórico en el que todo puede pasar,
y no nos sorprendería. Puede que los flujos comerciales y financieros tengan una continuidad más o menos tranquila
–en el marco de una volatilidad elevada- y el sistema resista las fuertes
presiones a las que está sometido, como que explote y pasemos luego a una
recesión y recrudezcan los nacionalismos y la tentación del encierro de los
países en sí mismos. No lo sabemos. Lo que si conocemos bien, son las
características que tienen las sociedades que crean riqueza, y las que la destruyen.
¿Tendría sentido buscar formas de evaluación de los
criterios morales para tomar mejores decisiones económicas?
Consideración de criterios morales para tomar decisiones económicas
En el marco del panorama mundial, tal vez sea necesario
pensar en desarrollar “guías para la acción”, y recordar que los actos
económicos inspirados y animados por la
virtud crean “estructuras de virtud” que agregan valor a la sociedad, así como
los actos animados por el pecado o incluso la mera ausencia de virtud destruyen
valor.
En este sentido, son más corrientes las propuestas a agregar
facultades adicionales de control y sanción a los estados que exhortaciones
luchar contra la corrupción. Un gobierno corrupto, por definición, actuará de
un modo corrupto y la corrupción siempre destruye la riqueza. En el terreno de las
normas, las más genéricas –e inspiradas directamente por Dios- figuran las que
nos ordenan “no robar” y “no codiciar los bienes del prójimo”. Se aplican de
modo simultáneo a gobernantes y gobernados, a quienes pagan sus impuestos, a
quienes administran fraudulentamente, y a quienes se benefician con esos pagos.
A la justicia distributiva debería “adicionarse” la justicia a secas, de un
modo simultáneo, y respecto de los mismos “bienes universales”.
Como lo destacara Aleksandr Solzhenitsyn, “la línea que
separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre
partidos políticos sino que atraviesa cada corazón humano”. Allí está el
problema, y allí está la solución.
Como una simple enumeración de un tema que merece mayor análisis,
sería bueno hacer el esfuerzo de “insertar” en los modernos procesos de toma de
decisiones económicas, tanto en el ámbito de la actividad privada como pública,
la práctica de virtudes como la
prudencia, la moderación, la autorregulación, el compromiso y la focalización
con las verdaderas y genuinas necesidades del hombre, así como la
“responsabilidad social ampliada”.
Podría considerarse la clasificación de las inversiones a
realizar en una escala con alternativas como las siguientes: “la inversión es
necesaria, vital y esencial”, la inversión es necesaria, es conveniente, es secundaria, es
prescindible, es superflua o tendría que ver más con la gula o el vicio que con
la virtud… La utilización de una escala semejante, permitiría aumentar la
visibilidad de las inversiones arbitrarias o que tengan como origen los vicios
de los inversores, o de quienes toman las decisiones.
Los headhunters, deberían también incluir en sus
postulaciones, de modo sistemático, estandarizado y profundo, el análisis del
“riesgo moral” de los postulantes a trabajos de responsabilidad.
¿Tienen las finanzas características peculiares que
las hacen diferentes respecto de otras actividades económicas?
A la hora de pensar en reformas del sistema financiero,
conviene preguntarse ¿por qué el mundo financiero es tan “especial” respecto de
otras industrias?
Desde hace aproximadamente cien años, el hombre ha aprendido
a volar, en un proceso que ha evolucionado en conocimientos, capacitación y
procesos. En los conocimientos se paso de la “mecánica simple” hasta la ingeniería
aeronáutica. En el pilotaje de los aviones se paso de los pioneros hasta llegar a los pilotos altamente capacitados. Y
en
lo que respecta a los procesos, se arrancó con meros terrenos de superficies
planas a una aeronáutica comercial y de transporte que incluye el desarrollo de
los grandes aeropuertos, de infraestructura y sistemas de alta complejidad.
En todo ese proceso de un siglo de duración, millones de
personas han puesto libremente sus vidas en manos de organizaciones comerciales y de pilotos
desconocidos, con tasas de accidentes ínfimas.
Y en el medio de todo esto, se sucedieron empresarios ambiciosos y
sedientos de ganancias, aventureros, que fueron protagonistas de creación de
nuevas empresas, de quiebras, con todos los mismos ingredientes que existen en
el mundo de las finanzas.
El elemento común del éxito económico fue estudiado durante
muchos años por Alain Peyrefitte [xxvii], quién llego a determinar que el simple
elemento determinante de los logros de un sistema económico es la
confianza. En un marco de confianza, problemas
que parecen imposibles de resolver permiten generar alternativas que son imposibles
de aplicar donde reina la duda y la incertidumbre.
En el mundo de las finanzas y del dinero esto es
particularmente cierto y aplicable. El
problema financiero mundial es un problema de confianza. Y lo último que sería capaz de generar
confianza hoy es la creación de un sistema financiero mundial unificado bajo
una misma autoridad y las mismas normas.
Y no se trata que el razonamiento no sea lógico, sino que las
condiciones para generar confianza residen hoy más en los protagonistas del
sistema que en un sistema que funciona de un técnicamente eficiente, como lo
hace la industria aeronáutica. Mas que hacer ingeniería social, hay que cambiar
conductas.
¿Por qué lo que en el sistema aeronáutico es posible, no lo es en el financiero?
Es muy simple. Lo que
une a todos los hombres que vuelan, desde los simples ciudadanos hasta los
políticos, tecnócratas y burócratas es que todos quieren llegan sanos y salvos
al final de sus viajes, y todos saben que deben comportarse al volar de un modo
civilizado que no ponga en peligro la seguridad de todos, que coincide con la
de cada individuo. Por otra parte, el sistema aeronáutico es un sistema
complejo pero cerrado. El sistema financiero es abierto y a partir de la
posibilidad de “creación monetaria” prácticamente sin límites, los productos
financieros son creados por sus participantes –bancos y empresas inclusive
industriales y comerciales- de un modo prácticamente imposible de controlar a
una velocidad que supera las de la capacidad –real y posible- por gobiernos y estructuras burocráticas.
El mundo financiero abarca todas las actividades económicas
y como tal no está sujeto a una autoridad común ni podría estarlo. El crédito y
el ahorro de las entidades controladas o controlables es solo una parte del
sistema financiero real global, y todos los que hablan de reformas, se dirigen
principalmente a “entidades fundamentalmente financieras”.
En el mundo de las finanzas, por definición, y salvo para el
sistema puramente transaccional, la ganancia de la mitad de los participantes
es un costo para la segunda mitad. Los mismos que exigimos una tasa de interés
más elevada por nuestros ahorros
exigimos un costo del crédito razonable a nuestros ojos, Y vemos al espíritu de
Shylock dispuesto a arrancarnos “la libra de nuestra propia carne” atrás de
cada financista que no nos trata como lo desearíamos.
La variable determinante en las finanzas es el riesgo. Y en
materia de precios, a mayor riesgo, mayor tasa. Y a mayor tasa, mayor riego de
quiebra. Y a mayor riesgo de quiebra se
llega rápidamente al “sálvese quien pueda”, y desaparece el respeto por las
normas morales y por supuesto legales.
Desde el punto de vista del
diseño de los “productos financieros”, el riesgo está muchas veces en la complejidad.
No invertir nunca en un producto cuyos mecanismos no se pueda entender, o asumir por anticipado las posibles pérdidas.
No es mucha la gente que se subirá a un avión con una tasa de riesgo del
accidente del 3 al 5 %. Pero hay
inversores capaces de asumir esa prima de riesgo, además de la tasa específica
del costo del dinero. Y está lleno el mundo de gobiernos irresponsables capaces
de tomar crédito con esas primas de riesgo, que serán los primeros en acusar
luego de usurero al intermediario que
haya intervenido y usarlo como chivo expiatorio de sus propias culpas.
Los cambios de calificación de países europeos, mostrarán
pronto como impactará en las tasas de interés la calidad de las economías.
Es cierto también que con los mecanismos sofisticados de
inversión actuales, la volatilidad permite lograr ganancias independientemente
de la real creación o destrucción de riqueza, en mercados ascendentes y
descendentes, a través de instrumentos financieros que se desarrollan a mayor
velocidad que las normas y las regulaciones.
La condena del sistema financiero se ha realizado con
demasiada facilidad y sin rigor “técnico”. Arnold Kling[xxviii] se ocupa de los “Mitos y realidades y la
crisis financiera” y enumera cinco mitos que habrían llevado –en su
opinión- a conclusiones en materia de
regulaciones que han confundido a los dirigentes políticos y espirituales, y
los ha llevado por lugares erróneos y caminos simplistas:
·
Mito 1: Los reguladores bancarios se encontraban
en la oscuridad cuando los nuevos instrumentos financieros reformaron la
industria financiera.
·
Mito 2: Fue la desregulación la que permitió que
el mercado adoptara prácticas arriesgadas, como el uso de la agencias de
calificación de los títulos hipotecarios.
·
Mito 3: Los diseñadores de políticas se basaron
y confiaron demasiado en la disciplina de mercado para regular el riesgo
financiero.
·
Mito 4: La crisis financiera fue principalmente
un pánico a corto plazo.
·
Mito 5: La única manera de evitar esta crisis
hubiera sido tener una regulación más vigorosa y enérgica.
Finalmente hay una mera diferencia práctica entre el mundo
de las finanzas y el de la aviación: la vida es indivisible… no se puede vivir
o morir por partes. El dinero, en cambio, se puede dividir en portfolios y
aplicar los fondos a diferentes aplicaciones y con diferentes tasas de riesgo.
Más aún, de acuerdo con el carácter y la voluntad de un inversor, sus asesores
le sugerirán normalmente “apostar” una pequeña porción de su capital en activos
de potencial alto rendimiento, o incursionará el mismo en el trading en los
mercados bursátiles buscando rendimientos muy superiores a los que producen
normalmente los bonos y acciones, inclusive trabajando “apalancado” con la
esperanza de obtener más con menos…
Si desarrollamos la imagen
de la "codicia del sector financiero" como principal causantes de los
males económicos, ¿no estamos barriendo abajo de la alfombra la codicia de los
otros empresarios venales, de los políticos, de los congresistas, de los
funcionarios judiciales, de los responsables en la administración pública, de
los sindicalistas, que a través de la “contratación directa”, de la impune
aplicación sistemática de coimas y comisiones, del chantaje sindical, de la
confección de leyes arbitrarias e injustas, de la industria del juicio, del
nepotismo y la sinecura van produciendo de la paulatina destrucción de los
sistemas republicanos y el paulatino reemplazo del “estado de derecho” por el “estado
del crimen”?
Algunas conclusiones
Ante la confusión del
mundo, es necesaria la claridad de las ideas. Los estados modernos
tienden –estructuralmente- a la destrucción de la riqueza. Detestan la
subsidiariedad. Y el mundo necesita más de hombres que busquen el bien y la
verdad que “reguladores” del mercado. Los problemas económicos son de
naturaleza compleja, tienen muchas causas y muchas de esas causas no son de
naturaleza económica. Por ejemplo en los Estados Unidos, más del 33 % de las
madres solteras son pobres y solo el 6,4 % de las casadas. Mundialmente la baja
demográfica disminuye la capacidad de soportar las pensiones. En ambos casos
los problemas de familia y demográficos surgen con fuerza como variables
económicas significativas.
La búsqueda de la justicia en esta tierra constituye una
noble inquietud, y todos estamos llamados a procurarla, y esa búsqueda debe
respetar los condicionamientos que impone la realidad. El navegante prudente,
debe adecuar su velocidad y sus maniobras al estado del tiempo, extremando las
precauciones en tiempos tormentosos, cuando el riesgo de naufragar es mayor,
sobre todo para las embarcaciones de menor resistencia estructural.
Pretender forzar la realidad con esquemas que podrían
acercarse a la utopía, produce más perjuicios que beneficios. Y poner los ojos
en blanco insistiendo empecinadamente con la necesidad de "distribuir la riqueza" no agrega solución
alguna, sobre todo cuando se observa quienes se ocuparían de hacerlo en el
mundo real …
Particularmente debemos recordar que en materia de laicismo
y laicidad, para la religión le es fácil mezclar lo que se debe creer con lo
opinable. Y al mundo político contemporáneo -aún de buena fe- no le resulta
fácil distinguir y separar de las recomendaciones eclesiales lo dogmático de lo
propositivo, particularmente cuando se procura generar un clima de integración
entre laicado y clerecía, en un mundo en el que la memoria del clericalismo no
está ausente.
Cuando se afirma que hay que implantar "un nuevo modelo económico basado en la doctrina
social de la Iglesia", sugiriendo que esta “contiene un conjunto de
principios, enseñanzas y directrices destinadas a resolver, en el espíritu del
Evangelio, los problemas socio-políticos y económicos”, con todo lo cierta que
pueda ser la afirmación, no se debería proyectar en la imagen de creyentes y no
creyentes una especie de El Dorado al alcance de la mano.
Los cristianos sabemos que si la principal causa de la
crisis es moral, el remedio también lo será, y cuando una gran parte de la
sociedad tenga como fines propios el procurar conocer la verdad y trabajar por
el bien común, las soluciones técnicas surgirán espontáneamente. Como afirmaba
recientemente Jonathan Sacks, Rabino Jefe de las congregaciones judías de la
Commonwealth: “Estabilizar el euro es una cosa; sanar la cultura que lo rodea
es otra. Un mundo en el que los valores materiales constituyen todo y los
valores espirituales son nada, ni genera un Estado estable ni una buena
sociedad. Ha llegado el momento para nosotros de recobrar la ética
judeo-cristiana de la dignidad humana a imagen de Dios. La humanidad no fue
creada para servir a los mercados. Los mercados se crearon para servir a la
humanidad.”[xxix]
Benedicto XVI insiste en la necesidad de recuperar
valores perdidos: “la crisis actual “puede ser una ocasión para que toda la
comunidad civil verifique si los valores en los que se basa la vida social han
generado una sociedad más justa, equitativa y solidaria, o si por el contrario
es necesaria una profunda reflexión para recuperar los valores que están en la
base de una verdadera renovación de la sociedad, y que favorezcan una
recuperación no solo económica, sino que al mismo tiempo tienda a promover el bien integral de la persona humana”.
Los resultados se darán como cuando se cristianizó Roma. Thierry Boutet [xxx] nos lo confirma: "es el hombre el que hace la historia", decía Pío XII; hacen falta muy pocos hombres para cambiar radicalmente el curso de los acontecimientos. La historia de la Iglesia lo demuestra: doce apóstoles y un buen genio sobre dotado y frágil, que se convertirá en San Pablo, en el comienzo, van a transformar totalmente-desde el interior- al mundo antiguo. Leamos a Tertuliano: muy rápido, al final de los tiempos apostólicos, ya bajo la persecución, y antes del Edicto de Milán en el año 313, los cristianos influyen de modo determinante en la sociedad y orientan el futuro de los imperios y reinos.”[xxxi]
Los resultados se darán como cuando se cristianizó Roma. Thierry Boutet [xxx] nos lo confirma: "es el hombre el que hace la historia", decía Pío XII; hacen falta muy pocos hombres para cambiar radicalmente el curso de los acontecimientos. La historia de la Iglesia lo demuestra: doce apóstoles y un buen genio sobre dotado y frágil, que se convertirá en San Pablo, en el comienzo, van a transformar totalmente-desde el interior- al mundo antiguo. Leamos a Tertuliano: muy rápido, al final de los tiempos apostólicos, ya bajo la persecución, y antes del Edicto de Milán en el año 313, los cristianos influyen de modo determinante en la sociedad y orientan el futuro de los imperios y reinos.”[xxxi]
Es un camino duro y difícil, pero ya mostró sus resultados. En
todo caso, poner demasiado el acento en la demonización del sistema financiero
no servirá para gran cosa, y puede ser peligroso. [xxxii]
Buenos
Aires, 14 de enero de 2012
NOTAS
[iii]
…y cuando la adhesión al sistema facilitó a los países de menor desarrollo
relativo el aprovechamiento de los desequilibrios y las asimetrías
[iv]
De allí la importancia de profundizar el análisis que ya se ha tratado en
varios documentos en “Liberté Politique”.
[v]
Escribe Gabriel Zanotti, filósofo del Instituto Acton Argentina: “a
ojos de los no creyentes, la Iglesia aparece como un estado más, el estado
del Vaticano. A ojos de los creyentes, también. ESE es el problema.”
[viii]
Hace poco se citaba a Nicole Oresme (c. 1323 - 1382),
quién entendía ya hace unos seiscientos años
“que el dinero es un producto
originario del mercado y no del Estado,
una mercancía más y no sólo
un medio de intercambio, donde originalmente los certificadores privados
informaban sobre la finura del metal usado
en las monedas a sus
clientes, y que la inflación es
producto de la falsificación de
la finura de los metales como decreto del Estado, debido a que este ha nacionalizado el
dinero.” http://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Oresme
[ix]
(No robaras, No codiciaras los bienes ajenos)
[x] L'éthique de la production de la monnaie - Jörg
Guido Hülsmann. Editeur: L'Harmattan. Collection : L'esprit économique (26
juillet 2010)
[xii] « l'autorità non la verità fa la legge, la verità
non l'autorità fa il diritto »
[xiii] Ver « LE PRINCIPE DE SUBSIDIARITE EST LE SEUL
RECOURS VALABLE CONTRE LA « CRISE DU POLITIQUE » par Charles Le Lien »
en :
[xix] (
http://www.businessinsider.com/inflation-hid-a-70-market-loss-from-1968-to-1982-and-it-could-happen-again-2012-1?nr_email_referer=1&utm_source=Triggermail&utm_medium=email&utm_term=Business%20Insider%20Select&utm_campaign=BI%20Select%20Recurring%202012-01-12 )
[xxi] Stéphane Hessel ha trasladado al papel esa
sensación generalizada de indignación que está presente en el ambiente. Anima a
involucrarse y se declara partidario de la insurrección pacífica. http://www.youtube.com/watch?v=zf1RGoHOJ_M
[xxii] David Cohn-Bendit dixit – Le Point 11/12/2011
[xxiii] TIME - The Protester -By Kurt Andersen, Dec. 14, 2011 – "Massive and effective street
protest" was a global oxymoron until — suddenly, shockingly — starting
exactly a year ago, it became the defining trope of our times. And the
protester once again became a maker of history.” http://www.time.com/time/specials/packages/article/0,28804,2101745_2102132_2102373,00.html
[xxv] http://www.lemonde.fr/idees/article/2012/01/13/contre-le-discours-dominant-sur-la-dette-publique_1629374_3232.html
[xxvi]“Paraguay:
La influencia destructiva de la Teología de la Liberación” por Víctor Pavón,
Decano de la Facultad Derecho de la Universidad Tecnológica Intercontinental
(Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas
sobre el liberalismo. http://www.elcato.org/paraguay-la-influencia-destructiva-de-la-teologia-de-la-liberacion
[xxvii] Alain Peyrefitte - La société de confiance.
Édition: ODILE JACOB. (11 octobre 1995) y Le mal français.
Editeur: Fayard; Éd. rev. et augm. 1996 (24 mai 2006)
[xxviii] Arnold Kling es miembro del Financial Markets Working
Group en el Mercatus Center de la George
Mason University
[xxx] L'engagement des chrétiens en politique, Thierry
Boutet, 2007. Editeur : Privat. Date de parution mars 2007
[xxxi] L'APOLOGÉTIQUE DE TERTULLIEN -
http://www.tertullian.org/french/apologeticum.htm - CHAPITRE XXXVII - 7 …Vous
eussiez pu chercher à qui commander; il vous serait resté plus d'ennemis que de
citoyens. - 8. Maintenant, en effet, vos ennemis sont moins nombreux que les
citoyens, à cause de la multitude des chrétiens, qui sont presque tous
citoyens. Et ces chrétiens, presque tous citoyens, vous avez préféré les
considérer comme ennemis et leur donner le nom d'ennemis du genre humain plutôt
que de l'erreur humaine! … 10. Or, sans même songer à récompenser un secours si
précieux, sans vous dire que, loin de vous être à charge, notre race vous est
nécessaire, vous avez préféré nous traiter en ennemis. Ennemis, nous le sommes
assurément, non pas du genre humain, mais plutôt de l'erreur humaine!