Dando vuelta la página
Antes de caer el muro de Berlín, Alexandr Solzhenitsyn afirmaba que la “sinrazón” no terminaría con el final del comunismo que se ya avecinaba, dado que en Occidente reinaba también otra clase de materialismo. Nos toca vivir en estos días una muestra más del resultado de la irracionalidad humana, por haber creído que la ilusión monetaria llevada a su apogeo podía servir de columna central del desarrollo económico, y que el “siempre más” que describía otro pensador, no solo era posible, sino que constituía el eje del desarrollo de la sociedad, sino de la persona.[1]
Poco antes de morir reflexionaba el escritor ruso acerca de la “historia del mundo en su conjunto”, que no es hoy otra que la del mundo globalizado: “Con respecto a la historia del mundo en su conjunto, me parece que sin la Revolución rusa, algún tipo de revolución similar inevitablemente habría sacudido al mundo, como una continuación de la Revolución francesa del siglo XVIII (que desató revoluciones en muchos otros países europeos). Porque la humanidad en su conjunto debía inevitablemente pagar por la pérdida de una idea de limitación auto-asumida, de moderación auto-asumida de sus deseos y exigencias; por la codicia sin reservas de los ricos y poderosos (personas y también estados enteros), y por el abandono de sentimientos de solidaridad humana.” [2]
En realidad, no es incertidumbre lo que tenemos, sino certeza de que lo que viene. Y porque no nos va a gustar, preferimos hablar de incertidumbre. O quizás sepamos qué, pero no sabemos cuando, y los análisis generales, superficiales y vagos nos ahorran el trabajo de un estudio detallado y –sobre todo– nos ayudan a mirar los problemas de reojo, restándole importancia a la gravedad de la crisis. Lo que sabemos, como afirma Carlos Melconian es que “se inicia un ciclo económico mundial no favorable, de magnitud y duración inciertas.” [3]
Todo lo antedicho para llevarnos a destacar que la actividad económica, como toda actividad humana, tiene un aspecto ético bajo el cual puede y debe ser considerada, porque todo acto humano puede ser catalogado de moralmente positivo, negativo o neutro. Y sus efectos buenos, malos o indiferentes para el resto de la comunidad.
Al realizar un acto económico, persiguiendo un beneficio, puede darse que tengamos en cuenta o no los efectos sociales no buscados. ¿Cuál es la última persona que se sube a un bote y lo hace hundir? La utilización de técnicas cada vez más sofisticadas y de herramientas más poderosas y su masificación, tendientes a prorratear y a disminuir el riesgo, amplifican el impacto social aún de operaciones por montos pequeños.
Los agentes económicos (estado y particulares) en la práctica compiten por la propiedad y el uso de los recursos disponibles en el mercado. Y si alguna duda tuviera alguien, el ejemplo cabal del apoderamiento de lo ajeno a gran escala lo está brindando en estos días el “traspaso” de los fondos privados de las AFJP a las arcas del estado, una vez que fueran ya esquilmados sus titulares con títulos públicos cuyo rendimiento fuera burdamente reducido mediante la manipulación fraudulenta de los índices de ajuste, y obligadas las empresas administradoras a traer al país los fondos depositados legalmente en el exterior.
Los estados modernos, a escala nacional, regional y municipal, han ido asumiendo cada vez más potestades y han inventado y desarrollado un enorme e inútil aparato succionador de la riqueza producida por particulares y empresas, a través de impuestos y regulaciones. Dicho aparato es hoy el árbitro obligado y obligatorio de los bienes y fortunas de la sociedad.
Los mecanismos e instrumentos a través de los cuales los estados ejecutan, inducen, incentivan o desincentivan la creación o la destrucción de valor son muchos. Como actúan simultáneamente en diferentes dosis, no se puede caer en la simplificación de atribuir a uno de ellos la responsabilidad de todos los efectos económicos que producen, con lo que pareciera que “las cosas pasan” y el hombre tuviera que soportarlo todo. Como hacía “decir” Solzhenitsyn al perro Sharik en un breve cuento, “no necesito yo sus huesos… sólo denme la libertad”.[4]
El factor moral en la actividad económica
La siguiente presentación está realizada a partir de décadas de práctica de la actividad económica en empresas de diferentes sectores y tamaños, y a partir de una visión del mercado como el lugar donde se realizan las transacciones económicas de un modo semejante y desde tiempos inmemoriales en prácticamente toda la tierra. Da por sentado que la DSI se corresponde en su esencia al modo de actuar “natural” [5] del ser humano, y que los temas doctrinales son ampliamente tratados por disertantes mucho mas capacitados que yo.
En el mercado hay conductas de todos los tipos. La actividad económica es “simplemente” una actividad humana más, y como tal, se realiza ante los ojos de Dios y está sujeta a juicio ético ex-ante y ex-post. Como bien dice Aristóteles: “Hay distintos modos de obtener los mismos fines, y en un entorno natural que es el mismo para todos, unos viven del robo y otros de la pesca”. (Aristóteles, Política).
También se da como un dato de la realidad que a mayor riesgo, mayor responsabilidad del operador. Con el desarrollo técnico, la responsabilidad del usuario ha aumentado. Con un Ford T el riesgo por accidentes era menor que con una moderna camioneta Ford Ranger… y a nadie se le ocurre (hasta ahora) que todos los choques que se realizan por incompetencia o exceso de confianza de los conductores sean responsabilidad de las fábricas de automotores, cuya codicia los hace hacer autos cada vez más sofisticados y veloces, ergo responsables de los accidentes.
En un mercado de pesca, la cámara frigorífica ofrece nuevas posibilidades de ganancia, pero si se corta la luz con la cámara completa… las pérdidas pueden ser grandes… y no será responsabilidad de los fabricantes de cámaras… Los acopiadores de granos prestan un servicio. Pero ¿puede atribuírseles todos los males del productor?
¿No es lo mismo con el dinero? El paso del trueque a la moneda metálica, y luego al papel, a la moneda electrónica, y a los mercados electrónicos, constituyeron una oportunidad… y un riesgo. La crisis económica actual es de “libreto”… Quienes han estudiado los ciclos económicos y las crisis, han definido los problemas como el actual como resultado del exceso de comercio o de crédito: si muchos inversores instalan negocios de alquiler de video o maxi-quioscos, o locutorios hasta que no son más negocio… ¿de quién es la culpa de los que quiebran? La burbuja monetaria ha sido inflada por todos, los estados a la cabeza, y es de manifiesta mala fe atribuirles a los bancos –una parte del sistema– la responsabilidad por la quiebra del sistema en su conjunto.
Es imposible – y la existencia de la crisis como un dato lo demuestra– proteger a las personas de sus actos.
Hay un factor psicológico que también se aplica a la actividad económica. Todos quisiéramos seguridad total. Hay quienes piensan que toda necesidad origina un derecho, a cargo de la sociedad. Todos quisieran que sus deseos se conviertan en realidad sin asumir el costo del riesgo. Pero esto es solo un deseo… [6] ¡a no ser que uno sea el Estado![7] Bien lo sabían Enrique VIII que estatizó la religión, o Luis XIV que se identificó con el estado un siglo antes de la revolución francesa, o Catalina la Grande que hizo las dos cosas… Nada nuevo bajo el sol…[8]
Todo lo antedicho pone un marco al lugar en el que se desenvuelve la actividad económica, y nos muestra la necesaria “ampliación” de la esfera de la Responsabilidad Social Empresaria, y al replanteo de la actividad humana, y particularmente las de los educadores, políticos, sindicalistas y líderes religiosos en su vocación y responsabilidad para desarrollar ya sea una sociedad libre o un “camino de servidumbre”… Los productores agropecuarios, que luchan por su supervivencia, han levantado dignamente el guante en nuestro país en este sentido.
Actividad económica y creación de valor… el estado
La actividad económica tiene por objeto la creación de valor, la generación de riqueza. En el video que nos presenta el Instituto Acton vemos tres casos diferentes. Cada uno de los sectores, sea la producción y “fabricación” (agricultor), o las finanzas (crédito, especulación bolsa – el banquero), o el comercio y los medios (de changador a empresario – el chino) agrega valor, si la actividad se financia y puede sobrevivir.
En cada rubro de actividad la creación de valor y la generación de la riqueza se hacen de un modo diferente. En el trasfondo se ve la positiva y necesaria relación y complementariedad entre factores de producción, inversiones, costos, financiación entre las diferentes áreas de la actividad económica.
En ese contexto, se ve que hay sociedades en las que el estado permite y favorece la actividad económica y sociedades en que esto no es así.[9]
De hecho, en el proceso de creación de riqueza, los roles de empresarios y gobiernos y estados son diferentes. El empresario es un líder social en su esfera de influencia, y genera riqueza y valor en función de su propia actividad y del marco social en que se desenvuelve. El estado, como “nación jurídicamente organizada” es una abstracción detrás de la cual hay funciones necesarias, funciones innecesarias, y también la lisa y llana apropiación de recursos ajenos para fines inventados por el propio estado, o en combinación con particulares en el marco del llamado “capitalismo prebendario”.
Rol de estados y gobiernos
En la esencia del acto económico está el arbitrar entre costos de adquisición y/o de fabricación y de venta, con la consecuente y necesaria rentabilidad que lo haga sustentable, con el agregado y/o disminución de los beneficios o cargas estatales existentes. El empresario maneja su ecuación siempre en baso al marco que le fija el estado. Así, son los estados y gobiernos quienes más contribuyen directamente a la creación o a la destrucción de riqueza.
Pueden generar un clima favorable o desfavorable a la creación de valor, a través de su mayor o menor intervención a través de su intervención en las variables en las que pueden incidir, que son las siguientes: Impuestos, Subsidios, Aranceles, Recargos, fijación de Tasas de interés (o inducción al nivel de tasas…), fijación del Tipo de cambio, inducción del nivel de Precios por actividad, Inflación, Salarios, inducción a la Inversión o a la Desinversión, fomento del Ahorro o del Consumo.
Estas “variables” en las que el estado interviene, determinan la Inversión o Desinversión privada e incentivan el tipo de arbitraje que constituye y forma parte de la esencia de cada actividad económica. En efecto. La actividad económica privada realiza su acto de “creación” a partir del marco fijado por el estado. Los particulares reciben beneficios económicos por el esfuerzo del propio trabajo que realizan creando valor o invirtiendo su propio capital: salarios, honorarios, dividendos, rentas de capital… siempre en función del marco fijado por gobiernos y estados.
En función de lo expuesto, se da –en la realidad– que a mayor libertad se produce más riqueza y se disminuye la pobreza. Agustín Etchebarne plantea el caso chileno: “En los años 80’s Chile decidió cambiar el modelo. (Libre comercio, ortodoxia económica, libertad de mercados y respeto a la propiedad privada) En 3 décadas, la pobreza mundial se redujo dos terceras partes, y Chile logró el mismo resultado; en Argentina en cambio se observa el proceso inverso. Economistas independientes calculan que la pobreza supera el 30% en la Argentina, luego de descender desde un pico del 54% en 2002. Mientras la indigencia supera posiblemente un 20%. Y todo indica que esos guarismos constituirán un nuevo piso porque los salarios ya han dejado de subir tan rápido como la inflación.”
Sociedades que crean o destruyen riqueza
El mercado no tiene razón ni deja de tenerla. Solo hay sociedades en las que se crea riqueza y donde se la destruye, y cada tipo de sociedad tiene sus características predominantes.
Claro que es más fácil y demagógico clamar sobre los tejados contra el “abuso del poder del dinero” y hablar al oído sobre el abuso del poder estatal. Se habla del zorro en el gallinero, pero en la historia: ¿quién mató más gallinas con su accionar? ¿los particulares o los estados? Es mas fácil “moralizar” a la función del estado, independientemente de quién y como lo ejerza. Es más fácil confundir “economía de mercado” con los excesos del “capitalismo”. Es más fácil afirmar –como lo hace Sarkozy en Francia– que “la economía de mercado es el mercado regulado, el mercado al servicio del desarrollo, al servicio de la sociedad, al servicio de todos.” Y lanzar planes de salvataje de cientos de millones de euros a las costillas de los contribuyentes, y seguir manteniendo sistemas, cargas y estructuras elefantiásicas gravosas y distorsionantes de la libre actividad económica. Mas trabajo para quienes siempre fueron un costo…
Como bien señala Carlos Rodríguez Braun: “El capitalismo sin reglas no ha existido nunca ni puede existir; pero aunque no fuera así, lo que es absurdo es sostener que el capitalismo sin reglas es lo que hemos vivido en los últimos tiempos y lo que nos ha llevado a la crisis. Por el contrario, cada vez ha habido más regulaciones y más intervenciones en todos los campos, singularmente en la moneda y las finanzas, controladas por los Estados de una manera espectacularmente visible.“[10]
En las sociedades en las que se crea riqueza tiende a haber más respeto por los principios jurídicos, leyes y contratos, Probidad, Visión global y abierta, Análisis de la complejidad, Confianza, Impulso a la Creación, Desestatización, Desregulación, Libertad, Riqueza y poder distribuidos, Concordia, Responsables, Atracción de la inversión Propiedad privada de los bienes de producción y Ejercicio prudente del poder.
En las sociedades en las que se destruye riqueza tiende a haber más violaciones de los principios jurídicos, leyes y contratos (particularmente por el estado), Corrupción, Visión localista y xenófoba, Simplificación de la realidad, Desconfianza, Distribucionismo, Estatización, Regulación, Forzamiento de la realidad, Concentración de la riqueza y del poder, Enfrentamientos, Chivos expiatorios, Expulsión de la inversión, Propiedad estatal de los bienes de producción, y Abuso del poder.
¿Cuál de estos dos tipos de estado será el marco de referencia más favorable para favorecer la libre y virtuosa acción humana del empresario? Adivine.
Si los estados tuvieran estas consideraciones en cuenta, y sostuvieran como principios los que conducen a la creación de riqueza, se limitarían los conflictos y la sociedad sería mas desarrollada económicamente. Si se aplicara para el estado una contabilidad detallada, pública y continua de “origen y aplicación de fondos” como se lo hace en la contabilidad privada, se vería con claridad lo necesario y lo superfluo, lo justo y lo prebendario.
Y se satisfacerían las necesidades genuinas de las poblaciones, lo que constituye un objetivo trascendente.
La trascendencia de la misión está en la satisfacción de las necesidades reales del mercado, actividad que implica la participación y cooperación con la obra de Dios. Así, en este sentido trascendente se unen la vocación del empresario y del político, del particular y del estado. Gran parte del problema radica en que se presta poca atención a la trascendencia de la misión de gobiernos y empresarios.
El factor moral
Queda entonces de manifiesto la importancia del “factor moral” para todos los actores de la actividad económica, y de los atributos necesarios en todos los que la desarrollan, como la prudencia, la moderación y la autorregulación.
Como simple planteo de un tema que da para mucho más, me parece que es posible fijar tanto para la esfera estatal como la privada criterios para la alocación de gastos e inversiones que podrían clasificarse como vitales, imprescindibles, necesarios, convenientes, accesorios, prescindibles y superfluos, como guía general.
En el largo plazo, el factor moral y el ejercicio de las virtudes constituyen tanto para los particulares como para el estado, la única garantía para estimular la más sana y equilibrada creación de riqueza y la participación de todos en sus beneficios.
Desde Aristóteles en adelante, el bien de la Republica es el bien de aquellos que la componen, y que solo se logra el verdadero Bien Social a partir del Bien Individual y de la virtud personal y cívica.
Responsabilidad social ampliada
En el marco expuesto queda de manifiesto que la “responsabilidad social empresaria” va mucho más allá de las actividades de beneficencia, auspicios y mecenazgos… o el lobby considerado como la búsqueda de favores sectoriales. El empresario tiene una misión trascendente al cumplir con su función de creación de riqueza, y una función adicional que constituye la defensa y/o el apoyo a quienes defienden la sociedad libre, en función del compromiso que decida asumir.
La prudencia y la responsabilidad personal frente a Dios y la conciencia fijan los límites de la actividad y del compromiso social de cada uno. Pero desde ya si se quiere una sociedad de mayor riqueza, hacen falta mayor compromiso personal y una responsabilidad social ampliada.
Los católicos sabemos que a los santos se les requiere el ejercicio de las virtudes en grado heroico. Todo el problema esta en si queremos ser santos o no.
Somos libres, aunque no lo queramos. No elegir es elegir. Dice el Diccionario de la Real Academia que la libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos, y es el estado o condición de quien no es esclavo, de quien no está preso. De modo que el problema –y la solución– están más en el correcto uso de la libertad que en su cuestionamiento.
A menos que tengamos dudas acerca de nuestra propia libertad. Sugiere Rodríguez Braun en el artículo citado, que para muchos, la imposibilidad conceptual de la libertad “hace que contemplemos cualquier mal, y casi instintivamente concluyamos que ha sido producido porque somos excesivamente libres.”
Quienes profesamos la fe, sabemos que somos libres para elegir el bien, y que debemos hacerlo, sin dudar un instante. Y que de nuestra decisión depende algo más que nosotros mismos.
[1] En 1984 describía François de Closets en « Toujours plus ! » la confusión que se creaba en Francia entre las reivindicaciones siempre “satisfechas”, pensando que se podía vivir fuera de la crisis de esa manera, y la “previlegiatura” que aprovechaba ese proceso.
[2] Alexandr Solzhenitsyn, Clarín, sábado 25 de noviembre de 2006
[3] La Nación — lunes 20 de octubre de 2008
[4] Sharik — En nuestro patio un chico tiene encadenado a su perrito, Sharik. Lo tiene así desde que era un cachorrito. Una vez fui a llevarle huesos de caldo humeante y aromático, pero justo en ese momento el chico soltó al pobrecito. La nieve en el patio es copiosa y blanca. Sharik, lleno de júbilo, da vueltas por el patio, salta como una liebre, el hocico lleno de nieve, corre por todos los rincones, del uno al otro, del uno al otro… Se me aproxima, todo velludo, salta alrededor de mí, huele los huesos y vuelve a correr como diciendo…“No necesito yo sus huesos…sólo denme la libertad”
[5] = al modo en que está creada y constituida la naturaleza humana
[6] “Una sociedad es adolescente cuando la mayoría de sus miembros confunde sus deseos con derechos y considera que los mismos tienen que ser satisfechos en el acto, por encima de cualquier razón y antes que los de otros o a costa de estos”. (Urgencia de adultez — Sergio Sinay – La Nación — miércoles 24 de septiembre de 2008)
[7] En realidad, pasamos del absolutismo monárquico (“El Estado soy yo”) al absolutismo democrático, con lo que el exceso de estado no tiene que ver con la democracia.
[8] Sobre la historia del estado (nacimiento, desarrollo, apogeo y decadencia) se recomienda “The rise and decline of the state” por Martin Van Creveld – Cambridge – University Press — 1999
[9] Pueden consultarse índices de libertad económica en los que se realizan análisis bastante desagregados, para estudiar los casos concretos, lo que no forma parte de esta presentación, por razones de tiempo.
[10] Carlos Rodríguez Braun “La crisis y la derecha
socialista”
21-10-2008