viernes, noviembre 10, 2006

La difícil amnistía que muchos deseamos ...

Los vencedores de ayer son los perdedores de hoy. Y entre el otoño que fue y la primavera que esperamos habrá un largo invierno por delante. Pasados 25 años del ultimo enfrentamiento entre argentinos, da la impresión que nuestra sociedad ha aprendido poco de la historia.

Parecería también que si en algún momento se llegaran a repetir circunstancias similares, se volvería otra vez a enfrentamientos cada vez mas fuertes de consecuencias gravosas en vidas y daños, o se caería en uno de esos despotismos de larguísima duración, que también conoció nuestro país.


Recomiendo a quien desee profundizar el tema, la lectura de un largo escrito con el que uno de los constituyentes de 1853 quiso contribuir a la pacificación bregando por una amnistía, a la salida de las largas y sangrientas luchas que precedieron el período de organización nacional(*).

150 años después, los mismos razonamientos desplegados en 1854 son aplicables. Pero a diferencia de lo que ocurre ahora, en aquellos tiempos fue un alegato por una amnistía dirigido desde el mismo sector político al poder vencedor en la lucha. Hoy un pedido de amnistía sería un alegato de los ganadores de la guerra a los vencedores de la “paz”. La pequeña diferencia ...

En mi opinión, quienes ocupan el poder ahora tienen por lo menos cuatro razones para no otorgar ninguna amnistía.

La primera es que para ellos, la política es la continuación de la guerra por otros medios. Por eso hacen lo que hacen.

La segunda es que siguen “dominados por los mismos odios y venganzas” -y temores- que motorizaron una subversión que fue contra un gobierno legítimo, pero que antes fue contra principios y valores. Es en este ultimo punto donde radica el secreto de su victoria. Vencidos los principios y valores, lo demás es limpiar el terreno. Además, “a los que odian” les resulta incompatible la generosidad y la grandeza.

La tercera es que, como dijo Facundo Zuviría en el escrito mencionado, “la amnistía es un tratado honroso, a manera de tratado publico, entre dos partidos beligerantes”. Aquí -donde no hay dos partidos beligerantes sino tan solo uno- la misma debería ser un acto de magnanimidad del gobierno, que no parece haber dado ningún signo en este sentido. Por el contrario, donde puede va generando odios y rencores. En consecuencia solo quedaría que alguien pudiera imponer un “tratado honroso”, lo que sería una utopía.

La cuarta es que como se quiere castigar sin fundamento, en realidad lo que están haciendo quienes nos gobiernan es mantener en vigencia las mismas causas que produjeron la lucha política. Y en eso estamos ...


plopezherrera@gmail.com

(*) ver texto completo del escrito aquí mismo: www.pablolopezherrera.blogspot.com

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