Carnes: lucha por la libertad de comercio
Por Pablo López Herrera (*)
Se atribuye a Goethe afirmar que la libertad es como la vida, y que
sólo la merece quien sabe conquistarla todos los días. Uno de los pocos lugares donde los argentinos luchan por la libertad es en el campo. Y el gobierno tiene razón al plantear la lucha como política o ideológica, aunque sea económica en primera instancia. La última gran crisis económica fue la oportunidad que estaba esperando el pintoresco socialismo vernáculo para volver al viejo régimen de las retenciones. La lucha del campo es entonces por la libertad de comercio, y sería ingenuo disfrazarla con otros nombres.
Entre Duhalde y su pollo Kirchner consolidaron un sistema de apropiación de la riqueza agraria por parte del estado, para imponer un sistema de “redistribución del ingreso”, dando por sobreentendido que sus limpias manos y conciencias, unidas a una técnica económica de altísimo nivel, cuya máxima representación fue el atildado ministro Lavagna, sería mas eficiente que el espurio y vil mercado, y que la plata esta siempre mejor en las arcas del estado que en el bolsillo de sus dueños.
Los resultados están a la vista. El equilibrio fiscal del que se vanaglorian las autoridades se logra con dicha apropiación, mas el “provisorio” impuesto al cheque. El día que esta ecuación se deteriore, será el principio del fin para el gobierno, y el principio de una nueva crisis de características impredecibles pero en cualquier caso catastróficas para el resto del país. Subirán las tasas, la gente huirá otra vez hacia las divisas mas fuertes que el peso, y será el fin de esta segunda convertibilidad ...
El tipo de cambio elevado, que ¡el ministro del interior! enrostra a los agricultores es necesario antes que nada al gobierno para poder mantener sus ingresos y para que todos los salarios, empezando por los estatales vayan corriendo de atrás a los precios. Omite el ministro del interior mencionar que el costo de mantener el tipo elevado de cambio es pagado por toda la sociedad porque el gobierno compra dólares a un valor mas alto al que correspondería si se dejara flotar la divisa. Y omite también señalar que el costo del sobreprecio pagado por el estado seguirá siendo pagado en cuotas en el futuro cuando haya que cancelar los bonos, letras y pases del banco central con los que se “absorbe” parte de la inflacionaria emisión de pesos necesaria para la compra de los dólares. (**) Cuando se “absorbe” de este modo lo que se está haciendo es trasladando parte de la presión inflacionaria hacia delante.
Si “la sociedad tiene que sostener su dieta alimentaria” como dice el ministro Fernández y “el Estado debe intervenir en la economía” porque “lo que necesita el conjunto de la sociedad” y el hombro solo lo ponen “los trabajadores y los menos pudientes” como dice la ministra Micheli queda claro que para el gobierno el único rol de los productores –que también son trabajadores- es el de la gallina de los huevos de oro, que pone mágicamente todos los que ellos necesitan para mantenerse en el poder.
Como dijera el recientemente fallecido Milton Friedman: “Los tipos de cambio reflejan las políticas interiores, si hay inflación la moneda es débil. Los gobiernos, entonces, tratan de ocultar o compensar las consecuencias nefastas de sus políticas.” ... “El Estado es el principal obstáculo del mercado libre; realiza acciones como la imposición de aranceles, las políticas internas como la fijación de precios y hasta de salarios, y la intervención por política fiscal y monetaria. Sin embargo, la inflación se ha convertido en un poderoso interruptor de la información por precios.” Y aquí es donde hace agua el sistema: la inflación deforma el sistema de precios, y el gobierno no encuentra un sustituto al mercado, ni lo va a encontrar porque todavía no se ha inventado. Salvo que Moreno y Micheli postulen para el premio Nobel.
Las medidas estatistas han demostrado su fracaso. Acuerdos con los frigoríficos, con los supermercados y carnicerías, reducciones a los precios de los cortes populares, denuncias ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia por presunta manipulación de precios en Liniers, retenciones a las exportaciones, suspensión de las exportaciones de carne, precios de referencia, y finalmente las eternas amenazas del obediente “Lassie” Moreno: ahora “les vamos a pegar donde más les duele” ...
La “intervención” del estado distorsiona el sistema de precios, y obliga a la evasión o a los sobreprecios para sobrevivir. Y de paso pone fuera del sistema legal a quienes no cumplen las normas impositivas y los hace blanco de la persecución impositiva por un lado y de no cumplir los “precios máximos” por el otro. El productor se convierte en un trasgresor, y así funcionan los sistemas socialistas. Cada habitante es deudor del gobierno y así resulta fácil amedrentarlo y manipularlo.
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Felisa Micheli dijo que “que el Gobierno debe velar por "todos los integrantes de la sociedad"”. La sociedad lo que quiere es que el gobierno le saque las manos de encima, para poder producir mas y mejor. Que saque las retenciones y se concentre en generar un clima económico de confianza, que es la única manera civilizada de que la economía crezca por razones genuinas y no forzadas. La famosa rentabilidad a la que se hace referencia del sector agropecuario no se aplica en todos los casos, y menos que nada para el mediano y pequeño productor.
Pero mientras el presidente vea como más importante para sí mismo una reunión con Shakira que con los productores, lo que está demostrando es que en el fondo el mismo gobierno es el problema. El día que en la Argentina el campo haya perdido su voluntad de luchar o su independencia económica, se habrá consumado la victoria del socialismo.
(*) Miembro del Comité Consultivo de Atlas 1853 - plopezherrera@gmail.com
(**) La ultima absorción monetaria real y de proporciones fue la de Gran Bretaña luego de la primera guerra mundial. Los ingleses para comer carne hervían los cinturones de cuero, tan elevado fue el “costo social” de dicha absorción monetaria.
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