sábado, enero 05, 2008
Shakespeare, Solzhenitsyn ... y Putin
Ética, literatura ... y política
Desde el punto de vista de la ciencia, de la cultura de la política, y de la religión, nuestro siglo XXI está en condiciones de revertir la tendencia hacia la autodestrucción en la que parece estar empeñado.
En efecto; si bien es posible que sigan los avances en las diferentes áreas, y el espíritu del hombre mantiene innato el impulso a la superación, los grandes escritores y pensadores como el Dante, Shakespeare, Cervantes, y en nuestra época me animo a ponerlo a Solzhenitsyn, ya son suficientes como para abarcar al hombre en su totalidad en su relación consigo mismo, con la sociedad y con todo lo que lo rodea.
Solo es necesario que tenga el interés por elegir el mejor bien para si mismo. La libertad se trata de eso. Estamos acostumbrados a pensar que somos libres para elegir entre lo que es bueno o malo. Que es como decir que la libertad al conducir un vehículo consiste en elegir entre chocar o no hacerlo. En realidad, al conducir, somos libres para poder elegir el mejor camino y manejar del modo mas adecuado al arte de la conducción. Y al que elige chocar no lo elegiríamos nunca como paladín de la libertad, sino de la estupidez, si lo hace adrede.
La libertad del político consiste así en elegir el mejor bien para su pueblo y para la humanidad. El problema está en el corazón de cada hombre que toma decisiones que afectan su contexto.
Theodore Dalrymple (1), un médico y escritor inglés preocupado por la decadencia cultural inducida por los intelectuales, titula“Porqué Shakespeare es para todos los tiempos” a un capítulo, y toma el ejemplo de Macbeth como el caso del político ascendente a quién se le presenta la tentación de cometer lo que llamaríamos un crimen político para ascender en su escala de ambiciones. Trae a colación la cita de Solzhenitsyn en la que atribuye a las ideologías el aporte del impulso diferencial a los Hitler o Stalin de nuestro tiempo como para provocar destrucciones masivas de pueblos y minimiza la época de Shakespeare en la que las víctimas eran menos en cantidad.
Y en efecto, una cosa era matar a Duncan y otra los modernos genocidios y matanzas. Una cosa era Lady Macbeth y otra las ideologías. Sin embargo, el proceso interno de la tentación y de la realización del mal, son similares desde Adán y Eva, pasando por Macbeth y su mujer, y llegando a nuestros modernos revolucionarios y déspotas.
Afirma Dalrymple: “Macbeth es llevado al mal por su ambición: y lo entendemos como si estuviéramos adentro de la trama porque todos vivimos en una sociedad en la cual es inevitable luchar por una posición o por el poder. Macbeth somos nosotros mismos sin escrúpulos morales”. “... Shakespeare excava en la línea que divide al bien del mal que pasa por el interior de todo corazón humano, para utilizar una frase de Solzhenitsyn en el Archipiélago de Gulag ... “gradualmente fui viendo que la línea divisoria que separa al bien del mal no pasa a través de los estados, ni de las clases sociales, ni tampoco pasa entre los partidos políticos, sino directamente a través de cada corazón humano y de todos los corazones humanos”. Y es Shakespeare quien nos muestra la línea”.
Putin ocupa en estos momentos un lugar central en el equilibrio de la política internacional, y en la búsqueda del poder está en condiciones de hacer mucho, bueno o malo, para la armonía del desarrollo mundial. Por su posición en Europa, por la situación de dependencia energética de los europeos, por sus relaciones con los países musulmanes, etc. etc. Ya ha mostrado bastante de lo malo y parte de lo bueno que es capaz de hacer. Parece estar en sus manos la decisión acerca del destino inmediato de Rusia, por lo menos por la facilidad con la que parece manipular la “democracia” poder perpetuarse en el poder, primera ambición de los déspotas. Sin embargo debería ser posible que abandone un camino de violencia en el que se muestra bastante cómodo. Debería preferir el golf al judo ... El mundo se lo agradecería.
La violencia no existe en si, como las ideas de Platón. Existen los que ejercen la violencia, los violentos. Los grandes acontecimientos mundiales, no “suceden”. Son los hombres concretos los que los provocan, los ejecutan y los sufren.
plopezherrera@hotmail.com
(1) Médico inglés autor de “Nuestra cultura, lo que se ha dejado de ella – Los mandarines y las masas” Ediciones Ivan R. Dee, Chicago, 2005.
A Dalrymple le preocupan los desastres de los que es capaz el hombre “civilizado y culto”:las guerras mundiales, el comunismo y el nazismo, la revolución cultural china, el Khmer Rouge en Cambodia, las matanzas de Rwanda, y la influencia creciente de la barbarie adentro de las sociedades occidentales a través de “novelistas, guionistas, directores de cine, periodistas, artistas, e inclusive cantantes populares ... los desconocidos legisladores del mundo ...”
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