domingo, junio 29, 2008

Los Kirchner entre Bonaparte y Macbeth

Los Kirchner entre Bonaparte y Macbeth

5/6/2008

"Lo que el mal emprende
con mal se refuerza."
Macbeth

¿Adonde se encuentra el límite entre el deber del ciudadano hacia el poder legítimo y la sumisión indebida al uso ilegítimo del poder? Inversamente: ¿adonde se encuentra el límite entre el manejo prudente de un poder legítimamente obtenido y el uso arbitrario de los instrumentos de gobierno para fines ajenos al bien común?

Este tipo de cuestiones que se plantea en estos días cualquier ciudadano bienintencionado parecen estar lejos del ánimo de nuestros actuales gobernantes, que ya han avanzado larga y alegremente sobre los límites y las barreras del decoro y del sentido común. Para ellos, si la realidad y el sentido común colisionan con sus intereses, tanto peor para la realidad y para el sentido común.

Los límites del bonapartismo

Como para Bonaparte, parecería que para los Kirchner el origen del poder lo constituyen sus conquistas y victorias. Decía Napoleón: "mi poder esta basado en mi gloria, y mi gloria en las victorias que he logrado. Mi poder caería si yo no le diera como sustento más gloria y nuevas victorias. La conquista me hace ser lo que soy; solo la conquista me puede mantener." En pequeño, Kirchner utiliza el mismo tipo de razonamiento. Y sus compañeros de ruta –cada vez menos- están encaramados al mismo proyecto.

Con los fondos de las retenciones –arbitrarias y flexibles- mas el impuesto al cheque, Kirchner logró por cierto tiempo lograr el famoso "superávit fiscal primario" para alimentar sus fuerzas y manejar "el botín como incentivo". Habiendo aumentado sin medida el voraz gasto público y elevándose la carga de la deuda, parecería haber encontrado un límite para las retenciones al agro, y un frente organizado y decidido de resistencia por un lado, y la "inflexibilidad" del gasto público por la otra.

Si es cierta la teoría militar de Sun Tsu, que afirma que "la principal habilidad ofensiva consiste en que el enemigo no sepa que defender y la principal defensiva en que el enemigo no sepa que atacar", Kirchner encontró por fin un par de "plazas" que aquellos que considera sus enemigos tienen clarísimo que deben defender ahora: la propiedad privada y la libertad de comercio imprescindibles para lograr una actividad económica agropecuaria rentable e integrada al mundo.

Los productores agrícolas grandes o pequeños tienen la conciencia de que tienen que defenderse, y que en caso de perder el uso de sus derechos, se encaminarían a la ruina cierta. Con el último aumento arbitrario de las retenciones, y su caprichosa resistencia Kirchner generó enfrente a su poder una "unidad de fuerzas" que no existía antes y se fabricó un enemigo que lucha con el precipicio a la espalda, y por consiguiente con las fuerzas redobladas en su desesperación por la supervivencia.

En este contexto de conflicto, los planteos justos, sensatos y prudentes, parecen estar fuera de lugar, simplemente porque la realidad institucional de nuestro país es otra que la que todos hacemos semblante de creer. ¿Cómo es posible dialogar con quién solo quiere imponerse y poner a su interlocutor "de rodillas"? ¿Cómo es posible que todo un país esté pendiente de lo que un ciudadano de a pié piense, diga, haga o deje de hacer? Es simple: porque el poder está en las sombras. En ese sentido, estamos ya muy lejos del planteo inicial de estas líneas: no se trata de un problema entre los ciudadanos y el gobierno, sino entre la legitimidad y la usurpación de la misma.
La "pregunta del millón" hasta aquí sería: ¿cuán cerca esta Kirchner de su Waterloo?

Pero una reflexión mar rica sobre los Kirchner debería incursionar también en un terreno inspirado en la literatura política, y particularmente en una historia concreta de usurpación de poder, para adentrarse en los aspectos psicológicos de los personajes. Y pocos personajes tan ricos como los descriptos por William Shakespeare con Macbeth y Lady Macbeth para ayudar a reflexionar sobre la ambición y el uso inapropiado del poder por parte de un matrimonio. Una ambición llena de peligros, generadora de sus propios anticuerpos y de su ruina final. Y si estamos en la era del conocimiento, aquel que se ocupa de penetrar en la naturaleza humana de los que dirigen es esencial, puesto que es su actividad humana la que condiciona nuestra manera de vivir y de morir.

Si Macbeth fuera argentino, hoy sería pingüino...

A diferencia de los Macbeth, los Kirchner son reales, y aunque las acciones de ambos sean diferentes, la psicología de los personajes tiene aspectos semejantes. Y lo interesante en ambos casos es observar la construcción de poder mediante la utilización de malas artes, para definirlo suavemente, y las inevitables consecuencias del nefasto accionar de los personajes.

Si el prolongado periplo de Río Gallegos a Santa Cruz y luego a la Argentina termina en el desequilibrio y la derrota, el precio de esa locura y de ese revés se cargará otra vez en "la cuenta del otario" de turno. A la sazón, el pueblo argentino.

De allí la imperiosa necesidad de que los hombres de buena voluntad den un paso adelante para hacerse cargo de su destino, dentro de la legitimidad. Hacerse cargo se llama ahora "ejercer la ciudadanía". ("¡Ah, sangra, sangra, pobre patria! No temas tiranía, pues no se atreve el bueno a combatirte...").

No se sabe que el presidente consulte a brujas como las que profetizaron a coro a Macbeth la sucesión de títulos que jalonarían su fulgurante carrera: barón de Glamis (Río Gallegos), barón de Cawdor (Santa Cruz), rey de Escocia (Argentina).

Si se sabe de su repetidamente manifestada obsesión con el infierno, por maquinar y decidir en la oscuridad y con los "instrumentos de la oscuridad". ¡Que no vean la luz las verdaderas cifras de la inflación! ¡Que no se resuma en un simple y claro informe el recorrido pormenorizado y rendimientos de los fondos de Santa Cruz con sus comprobantes adjuntos! ¡Que los empresarios no digan lo que piensan ni cuenten los amables tratos de Moreno! "Estrellas, ocultad vuestros fulgores; no vea vuestra luz mis profundos y sombríos deseos".

Se sabe de su trama para sacarse de encima a Duhalde, llevada a cabo con Cristina sin el menor atisbo de lealtad por haberles por lo menos facilitado el camino a la presidencia. Para desbrozar el camino pronunció Cristina su famosa frase: "Cuando a alguien se le ponen escollos para gobernar eso no es libreto peronista, es más bien un guión de Francis Ford Cóppola; y no es doctrina peronista, es El Padrino".

Como en el caso de Macbeth, se sabe de una ambición que fue creciendo con pequeños "éxitos" anteriores, de una sociedad político conyugal que parece "blindada" hasta ahora. Se sabe que cubren sus intrigas con acusaciones a inocentes, con el uso de "capitanejos", lugartenientes y fuerzas de choque de dudosa legalidad para lograr espurios fines. Se sabe que no dudan en incentivar la descomposición del estado a través de un sinnúmero de "transformaciones" pseudo institucionales, lo que llaman la imposición "de un modelo de país". Se sabe que van cubriendo sus viejas jugarretas con nuevas picardías. Se "mata" al desarrollo económico y se culpa a aquellos a quienes se erige en enemigos.

Se sabe también que hay fantasmas que los persiguen, como el "espíritu de Duhalde" que hace las veces (figurativamente) de Banquo. Pero también los persigue el estado de derecho, el orden natural, el mundo civilizado, el mercado internacional y sus reglas, la competencia, el libre juego de la oferta y la demanda para determinar los precios de mercado, los insumisos, los rebeldes, los que son capaces de "sacar los pies del plato" y la seguridad jurídica. Se sabe que los fantasmas de cualquier posible oponente de fuste o sucesor eventual se convertiría rápidamente en una obsesión para los Kirchner.

Se sabe también que los inspiran fantasmas como las obsesivas ideas de los 60's y 70's, "ideales" de los revoltosos combativos de la época que definen como sus "valores innegociables". Algunos de estos fantasmas los confunden al mismo tiempo. Al alabar incansablemente a "las madres" y ponerlas como ejemplo de tolerancia y de no violencia, se confunden y confunden al mismo tiempo ya que las mismas madres (curioso caso local de agrupación de lucha ideológico-empresaria-constructora) se han cansado de reivindicar la lucha armada de sus hijos, de la ETA y del Islam violento. Y el árbol se conoce por sus frutos.

A la par de ejercer y construir nuestra ciudadanía, solo nos cabe completar la reflexión con el paso de los meses, y verificar quizás algún día que al grito de "todos somos el campo" avancen las "tropas ocultas por el verde", como lo hiciera "el gran bosque de Birnam" sobre Dunsinane para luchar "en la misma altura" y quizás verificar también que tal vez sea ese yuyito "híbrido" el "no nacido de mujer" que los haga entrar en razón...

Como Macbeth, Kirchner se acostumbró a tomar por la fuerza lo que quería, y el malsano placer por el enfrentamiento se convirtió en una forma de vida y de conseguir sus objetivos. Y como Macbeth... "fortifica reciamente el gran Dunsinane. Unos dicen que está loco; otros, que le odian menos, lo llaman intrépida furia. Lo cierto es que no puede abrochar
su mórbida causa en la correa del orden." y "le obedecen porque manda, nunca por afecto. Ahora ve que la realeza le viene muy ancha, como ropa de gigante sobre un ladrón enano." Mientras tanto, la verdadera historia, tiene por ahora un final abierto.

Nada nuevo bajo el sol. Esta manera de hacer política tiene sus antecedentes en la historia y en la literatura. En nuestro caso estos métodos ya han destruido el sistema de contrapesos que incluye la división y el equilibrio de poderes, la democracia y la república. Y de a poco nos alejan de la civilización y nos acercan a la barbarie y al derrumbe institucional. No se trata de imitar lo que hacen quienes hoy ocupan el trono. Es necesario entender como y porqué actúa el matrimonio reinante para poder "construir ciudadanía" adulta, y una alternativa de poder. Y en este sentido, es tan peligrosa la utopía que se está aplicando como soñar con utopías alternativas. Una utopía es por definición, un lugar que no existe. Y el trabajo de "construcción de ciudadanía" es por su naturaleza lento. Tenemos esperanza, porque sabemos que los hijos de las tinieblas no prevalecerán.

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