Los católicos y la política
En momentos en que es particularmente necesaria la acción política de los católicos, me parece conveniente retomar algunas ideas recientemente transmitidas por nuestro cardenal particularmente movilizadoras, y luego de agregar algunas consideraciones generales sobre las exigencias de la hora, proponer diez principios - tomados de aspectos constitutivos y fundantes de nuestro país y de la experiencia humana - que propongo como un marco de referencia insoslayable para que la mencionada acción política sea efectiva y constructiva.
Algunos lineamientos expresados por nuestro Cardenal
"Estamos en una instancia crucial de nuestra Patria. Crucial y fundante: por eso mismo llena de esperanza. La esperanza esta tan lejos del facilismo como de la pusilanimidad. Exige lo mejor de nosotros mismos en la tarea de reconstruir lo común, lo que nos hace un pueblo. Estas reflexiones han pretendido solamente despertar un deseo: el de poner manos a la obra, animados e iluminados por nuestra propia historia. El de no dejar caer el sueño de una Patria de hermanos que guió a tantos hombres y mujeres en esta tierra. ¿Que dirán de nosotros las generaciones venideras? ¿Estaremos a la altura de los desafíos que se nos presentan? ¿Porque no?, Es la respuesta. Sin grandilocuencias, sin mesianismos, sin certezas imposibles, se trata de bucear valientemente en nuestros ideales, en aquellos que nos guiaron en nuestra historia, y de empezar ahora mismo a poner en marcha otras posibilidades, otros valores, otras conductas. "
(Cardenal Jorge Mario Bergoglio a las comunidades educativas el 10 de abril de 2002 - revista Criterio - Junio 2002)
"... ninguna altura espiritual, ningún proyecto de grandes esperanzas puede hacerse real si no se construye y se sostiene desde abajo: desde el abajamiento de los propios intereses, desde el abajamiento al trabajo paciente y cotidiano que aniquila toda soberbia ... lo mejor es dejar que el Zaqueo que hay dentro de cada uno de nosotros se deje mirar por el Señor y acepte la invitación a bajar ... este llamado del Evangelio es memoria y camino de esperanza ... ahora o nunca, busquemos la refundación de nuestro vinculo social, como tantas veces lo reclamamos con toda la sociedad y, como este publicano arrepentido y feliz, demos rienda suelta a nuestra grandeza: la grandeza de dar y de darnos ... hay que dar lugar al tiempo y a la constancia organizativa creadora, apelar menos al reclamo, estéril, a las ilusiones y promesas, y dedicarnos a la acción firme y perseverante "
(de la Homilía pronunciada por el cardenal Jorge Mario Bergoglio en el Te Deum del 25 de mayo de 2002 - revista Criterio - Junio 2002 )
Las exigencias de la hora
La situación por la que atraviesa nuestro país es particularmente difícil y compleja. El deterioro moral, político, económico y social es tan grave y profundo que aun poniendo en aplicación un plan que tuviera consenso y sustento político, sus efectos no serian inmediatos. Las buenas y sensatas ideas están dispersas o les falta sustento político, y existe un serio y fundado cuestionamiento sobre los principales dirigentes. Y no se ve claramente a través de las encuestas que se proyecte claramente ningún dirigente con idoneidad técnica y moral para las próximas elecciones. El gobierno actual no ha generado todavía un proyecto coherente que haya podido concitar adhesiones en calidad y cantidad como para despertar la esperanza de poder avanzar ordenadamente y en paz hacia un futuro de unión de los argentinos. Ante tal situación, cabe esperar en los próximos meses por lo menos el mismo desorden y confusión que los que reinan actualmente. No todos los católicos pensamos igual en todo, ni participamos en las mismas agrupaciones políticas.
Por esta razón me parece indispensable proponer dos aspectos esenciales que cualquier gobierno tendrá que acometer, mas allá de los discursos y mas allá de todas las reformas y acciones necesarias para mejorar la situación de nuestro país: la moneda -como instrumento necesario- y la lucha contra la exclusión y la pobreza como fin de la acción.
No hay país que tenga o que pretenda un mínimo de estabilidad que no tenga moneda. Un país de mas de treinta millones de personas sin moneda no puede hacer un presupuesto y sin presupuesto no puede haber justicia, libertad y el mínimo orden económico. Desde Aristóteles, una moneda es unidad de cuenta para poder medir el valor de los bienes, instrumento de transacción universalmente aceptado y reserva de valor en si misma. Por lo tanto resulta prioritario para nuestro país disponer de una moneda que permita cumplir esas tres funciones. La moneda no sirve solo para las grandes empresas o los bancos. Principalmente los pobres y quienes administran el dinero para la asistencia social necesitan que mantenga su valor, que sea aceptado, que pueda circular sin descuentos y que pueda medir los bienes a adquirir. Por eso debe ser un objetivo prioritario de cualquier gobierno el que dispongamos de una moneda en su triple y aristotélica acepción. Disponer de una moneda falsa ha sido, es y será una fuente de inestabilidad, de corrupción, y de transferencia de ingresos en nuestro país.
Para luchar contra la exclusión y contra la pobreza el Estado debe fomentar la producción de riqueza y favorecer la distribución -tanto la voluntaria como es la que se hace por solidaridad, como la que se realiza utilizando el dinero del estado- de un modo eficiente y honesto. Si se pone el acento solo en la generación de riqueza, no esta escrito que la solidaridad supla todas las necesidades, y si se pone el acento solo en la distribución, se espanta a la inversión nacional y externa. Esto incluye a la pequeña y mediana empresa y al comercio, principales generadores de empleo. De acuerdo a los datos que se conocen, la distribución en nuestro país es cara y corrupta. Agregado esto a la evasión crónica impositiva de muchas grandes, medianas y pequeñas empresas, se genera la falta de fondos, la inequidad impositiva y la imposibilidad para el Estado de cumplir su rol.
Estos dos grandes temas - no únicos ni excluyentes - pero si de una importancia vital hacen muy difícil e ingrato el ejercicio de un poder que quiera ser justo, equitativo y solidario. Además de requerir personas experimentadas, capacitadas, idóneas, honestas y responsables, tendremos que tener una visión de futuro y "dar lugar al tiempo y a la constancia organizativa creadora, apelar menos al reclamo, estéril, a las ilusiones y promesas, y dedicarnos a la acción firme y perseverante " como nos dijera nuestro Cardenal.
Por lo tanto, y ante la existencia de múltiples iniciativas e incentivos que manifiestan la diversidad de enfoques y la complejidad y riqueza del ser humano, resulta indispensable - sea cual fuere el partido, la agrupación o el movimiento en que se milite - disponer de algunos principios que constituyen aspectos permanentes de nuestra identidad, y que conviene nos sirvan de guía para transitar el camino ancho pero que igual tiene los limites que nos dan la forma como país.
10 principios para la acción política del católico
1 - La acción política del católico debe estar orientada por la preeminencia de principios éticos y morales compatibles con la Fe. En el lugar en donde esté, debe haber compatibilidad con la Fe tanto en las ideas, como en la acción de los partidos o movimientos y en el interior de las personas que los lideran. Solo con las ideas adecuadas, con asociaciones políticas fuertes y eficaces y con personas honestas que trabajen por el bien común, se podrá solucionar los males que aquejan a nuestro país.
2 - Una elemental vida civilizada surgirá de una sociedad sin corrupción. La corrupción se da tanto en el campo de las ideas, como en las acciones de grupos humanos y de individuos.
3 - Los objetivos señalados en el preámbulo de la Constitución legada por nuestros padres fundadores tienen plena vigencia y su espíritu sigue sintetizando los fines del poder. Estos constituyen el marco de referencia y la guía de la actividad política: constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad.
4 - El sistema político representativo, republicano y federal forma parte de nuestra organización política:
- Respecto de la representación y la representatividad, es necesario mejorar los sistemas de representación para que puedan acceder los ciudadanos honestos e idóneos y para que se consolide un genuino sistema democrático en el que el pueblo gobierna a través de sus representantes, elegidos en elecciones libres.
- También debemos fortalecer los principios republicanos nuestro país como una comunidad de ciudadanos libres. Esto incluye y requiere la división de poderes; un sistema jurídico que garantice la realización de la justicia y la preservación de los derechos; y fuerzas armadas y de seguridad que le permitan mantener la paz y la seguridad y organizar la defensa en torno a los objetivos manifestados en la Constitución.
- Respecto del sistema federal entendemos necesario reforzar el rol de las provincias, de las regiones, descentralizando funciones y presupuesto, y poniendo énfasis en un Gobierno Nacional que consolide a la Nación Argentina como una unidad de destino en la que las Provincias se integran en un todo, La Nación, que integra al país y que tiene un fin superior al de sus componentes. Por otra parte, es la única manera de ocupar un lugar el mundo como Nación y no como un conglomerado.
5 - La actividad política y administrativa del estado debe ser eficiente y su costo el menor posible. Para ello es esencial que este disminuya y se aumente la efectividad del aparato estatal, en todas las estructuras ejecutivas, legislativas y judiciales, nacionales, provinciales y municipales, mediante el análisis de su justificación, el mejoramiento de la eficiencia y la lucha contra la corrupción.
6 - Hoy son prioritarios en forma coincidente y simultanea el desarrollo económico y la lucha contra la pobreza y la exclusión. La mejor manera de combatir a la pobreza es favorecer la creación y la distribución de la riqueza en un marco que favorezca la libertad de comercio como medio para incentivar una sana competencia. El Estado debe posibilitar que esta creación y distribución sea efectiva. En este sentido debe incentivarse la creación de la riqueza a partir de la actividad privada en todos los niveles de la actividad económica y no solo en el de los grandes grupos económicos. Las pequeñas y medianas empresas y el comercio son los mayores generadores de trabajo. Todos los ciudadanos que pueden producir riqueza aun desde el lugar mas insignificante, deben estar incentivados a ello para poder así ser dueños de su destino temporal. La necesaria asistencia estatal, y la solidaridad social deben cubrir solamente lo que los ciudadanos no pueden hacer por si mismos.
7 - La lucha contra la pobreza y contra la exclusión no debe estar basada exclusivamente en el asistencialismo sino en la generación de un clima y de un marco de referencia que estimule el trabajo productivo y eficiente. De este modo, la asistencia a los pobres se debe ir concentrando en aquellos que por razones de imposible control o modificación, no pueden abastecer sus necesidades. Pero con igual o superior intensidad, debe trabajarse en aumentar la cantidad de población económicamente prospera e independiente, y en consecuencia libre y responsable. La inclusión debe hacerse para que los excluidos pasen a estar incluidos, y la acción política debe tener por fin el disminuir la asistencia masiva y permanente para que quede circunscripta a aquellos que no pueden incluirse en las actividades productivas por falencias insalvables.
8 - La educación tanto en sus contenidos como en las formas modernas de su ejecución, deben permitir el doble aspecto de preparación para el trabajo humano y para la búsqueda de la perfección intelectual y moral. Para esto debe buscarse un sano equilibrio y complementación de la educación privada y la estatal. La salud debe reestructurarse mediante la adecuada complementación de hospitales públicos, obras sociales, sindicales y empresas de medicina prepaga. La política de salud debe considerar a la persona humana desde el momento de la concepción. Como católicos, debemos luchar por la realización de políticas compatibles con la doctrina que profesamos.
9 - En lo internacional el país debe luchar por su independencia y fortaleza política y económica, pero no dejar de estar integrados al mundo para poder estar 'conectados' en orden a la libertad de circulación de personas y bienes, en nuestras comunicaciones, y también estar actualizados tecnológicamente y poder aprovechar las oportunidades que brinda el comercio. En cuanto a la llamada globalización, y como dijera el arzobispo Diarmuid Martin durante su intervención en la 90ª Conferencia Internacional del Trabajo, celebrada en Ginebra del 3 al 20 de junio de 2002, se deben «identificar qué elementos conducen a una integración socialmente favorable en el proceso de globalización y cuáles promueven la marginación», «La transformación satisfactoria del proceso de globalización requiere políticas que impulsen una inclusión y una integración mayor y menos fragmentación».
10 - La paz interior en un marco de justicia y de perdón es un bien que es necesario mantener para la reconstrucción nacional. Sobre el amor se construye y sobre el odio se divide. "No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón: esto es lo que quiero recordar a cuantos tienen en sus manos el destino de las comunidades humanas, para que se dejen guiar siempre en sus graves y difíciles decisiones por la luz del verdadero bien del hombre, en la perspectiva del bien común." (del mensaje de Su Santidad Juan Pablo II para la Celebración de la Jornada Mundial de la Paz el 8 de diciembre de 2001)
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